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lunes, 25 de agosto de 2008

GOBIERNO ALTERNANTE CON SIGNOS CONTRADICTORIOS


(Autor: Tite Mora, F17 Análisis)
En nuestra edición anterior, hemos compartido la euforia nacional por la caída del régimen colorado de gobierno impuesto por presidentes militares y civiles. Correspondiendo descifrar ahora, sobre la modalidad que irá adop-tando el nuevo mandato, considerando ciertos comentarios y adelantos revelados a la opinión pública en cuanto al comportamiento de los poderes gubernamentales. Puntualizándose las vallas y el conciliábulos que asoman cabeza y la soledad política de Lugo en los poderes del estado.
Prevén que no habrá cambios en el orden judicial: Dado que la corrupción e impunidad no será combatida a fondo y en consecuencia el poder judicial continuaría aprisionado por el “sistema constitucional vigente” y por-que “lamentablemente la única vía de designación (de magistrados judiciales) es mediante el acuerdo político”. En ese esquema y dada la “conformación del Congreso”, predominan aquellos “sectores interesados en mante-ner la actual estructura (judicial) y a la gente que han servido durante décadas a sus intereses partidarios y personales”. Por ende, dicha funcionalidad “corrupta es una rémora difícil de cambiar con la sola voluntad del presidente de la República”.
El escrito relata: “Los nicanoristas y oviedistas (…) han dado señales de mantener la gente (…) en el Poder Judicial y algunos liberales tampoco son muy confiables” en vista a modificar las reglas de juego en base a la idoneidad e imparcialidad. Afirmándose que a “los políticos actuales les conviene un poder judicial mediocre y sometido”, augurando que “Lugo no caiga en esa trampa” y tenga “coherencia” (Abc pág. 16, 27-07-08).
Otro escrito hace referencia que la tolerancia al pasado, hará continuar “histórica inseguridad jurídica y falta de garantías a la inversión” (Abc Económico, 03-08-08). Impedimento incisivo para el despegue de la nación, ca-rente de recursos capitalistas nacionales para lanzarse “dentro y fuera” de las fronteras.
Opiniones responsables que anuncian la factible primacía en el poder de una capa política descompuesta, que acomodaría el organismo estatal a la medida de una dirigencia formada en el ambiente de impunidad, pese las objeciones del nuevo mandatario. Fomentándose un ambiente de tolerancia desagradable que haga posible cierta gobernabilidad compartida y sin generosidad hacia el país.
Tampoco Hacienda alienta transformaciones: En los vaticinios de Dionisio Borda igualmente se percibe el desinterés por el cambio real durante el periodo presidencial, actitud perceptible cuando habló de los “dos esce-narios dentro de la política económica” y dio a entender que la labor administrativa se hará preservando las actuales estructuras y esquema fiscal, con cierta ampliación de los ingresos ordinarios y extraordinarios como factores de salvataje. Sinónimo de renunciamiento anticipado y clara intención de desplegar una administración económica y financiera con signos anteriores, desinteresada del progreso real.
Bajo el slogan de “seguir creciendo”, lógicamente a la sombra del modelo agro-exportador predominante, se refirió a un mejor alcance de “los efectos positivos del crecimiento”, como si la “sojización” y el envío de carne pudiesen apalancar el lanzamiento productivo diversificado. Falsedad completa, puesto que dicha situación está conduciendo a postergaciones y sufrimientos generalizados.
Presupone que “si la situación actual persiste se producirá un deterioro fiscal cuyo efecto consistiría en alta inflación” y el “endeudamiento podría resultar insostenible”. Agregando que “hay otros riesgos (…) preocu-pantes”, tales como “los proyectos de leyes presentados al Parlamento” que hacen alusión a la deuda social. Sosteniendo que el déficit presupuestario seguiría aumentando, si la justicia determina el pago de la deuda esta-tal a IPS y contempla “la deuda que tiene el sector público con el BCP”. Expresando que “el país no está en condiciones de asumir” esas erogaciones en tanto “los ingresos se mantengan en los niveles actuales”.
Planteando como salida, no precisamente el camino de las reformas administrativas y productivas, sino mejorar la recaudación tributaria y duplicar las remesas provenientes de las binacionales, o sea continuar con “más de lo mismo”. No habla de restringir los “gastos superfluos” del fisco y la necesidad de equiparar las cargas del Esta-do al volumen económico, a la vez de rescatar las “regalías” mal aplicadas presupuestariamente y que deberían volcarse como inversiones públicas frente al atraso. Y deliberadamente omite corregir el “déficit primario” (“in-gresos corrientes” inferiores a los “gastos corrientes”), encubierto por “saldos positivos finales” procedentes del aludido “ingreso extraordinario” complicándose las falencias financieras de Hacienda.
Calcula que por el lado de la optimización recaudadora, incluyente del clientelismo, las contribuciones podrían aumentar “del 0,5 al 1% del PIB” y plantea obtener en las negociaciones de Itaipú y Yacyretá un incremento “hasta el 2% del PIB”, que conjuntamente rondarían “alrededor del 4% del PIB”. Esperanzado “que si se dan estas condiciones (…) se puede esperar a partir del 2009 el superávit fiscal” (Abc pág. 27, 27-07-08). Compro-bándose que ambos escenarios enunciados por Borda, no contemplan modificaciones sustanciales de eficiencia y eficacia pública, más bien una gestión ministerial con el mismo tenor anterior.
Como ya lo hizo en tiempo de Nicanor, insistirá en la “estabilidad macroeconómica” dentro de las estructuras e instituciones desgastadas, que seguirán postergando la recuperación nacional. Advirtiéndose en sus declaracio-nes, una visión mercantilista en las negociaciones con las binacionales, fuera de todo plan productivo que se proponga el uso industrializador de la energía en términos interdependientes.
Heterogeneidad respecto a las empresas públicas: Síntoma que ya aparece en el gabinete y el Congreso, de-bido a la ausencia de una plataforma compartida en el Ejecutivo y a consecuencia de las desviaciones observa-das en el Legislativo. Evidente de la ausencia de planes comunes dirigidos a superar el deterioro de las empresas públicas, agotadas por el magro comportamiento de ellas, rellenándose la falta de consenso con opiniones im-provisadas de los secretarios gubernamentales encargados del sector.
El nuevo titular de Industria y Comercio declaró “que el Estado no está para administrar empresas públicas” aludiendo la posibilidad le “privatizar la INC”, visión impregnada de neoliberalismo y de sometimiento a los intereses transnacionales. Mientras que el secretario de Hacienda indicó “que no habrá privatización sino capi-talización de las empresas públicas”, arguyendo a la vez “que no descarta la participación de capital privado para modernizarlas”. Lo cierto es que Borda es un funcionario obediente a las “recomendaciones del FMI” y se ajusta al fácilmente posibilismo, mientras el Legislativo es propenso a ahogar los criterios soberanos en torno a la recuperación de las empresas públicas.
Por eso y más allá de los buenos deseos del Pte. Lugo, las decisiones apuntan hacia vigorosas controversias so-bre el futuro de la mencionada empresa estatal. Corriéndose el riesgo de desvirtuarse la naturaleza y los objeti-vos originales abastecedores del mercado interno, para priorizar el mercadeo limítrofe y la rentabilidad desme-dida con erosiones de gruesos dividendos financieras al exterior.
El cuoteo y conciliacionismo latentes obstaculizarán las decisiones de fondo: Producto del fraccionamiento de los colorados y el manifiesto “grupismo” entre los liberales, añadiéndosele la merma en las filas oviedistas, prácticamente se enfriaron la “ambición de poder” de tono partidario. Posicionándose en su lugar, la diversifica-ción de los “espacios políticos” convertidos en objetivos primordiales de las cúpulas sobrevivientes. Cediendo evidentemente el “hegemonismo partidario” como instancia de poder, pasando el ejercicio del gobierno a cifrar-se en los ejes fraccionales circunstanciales. Emergiendo una modalidad de gobierno sin liderazgo aglutinador y abierto a las componendas circunstanciales, sin direccionamiento alguno.
El gabinete conformado por el ex Monseñor, es un fiel reflejo de ese estadio de incoherencia y difícilmente es-caparía de las fuerzas rectoras y de las vacilaciones, percibiéndose que el desenvolvimiento institucional queda-rá corto como “régimen de transición” y bastante alejado como portador del cambio. La convivencia con los factores engorrosos enquistados en los poderes del Estado, propensos a conciliábulos y desviaciones, son esco-llo duro de roer por Fernando Lugo considerándose la debilidad política de la corrientes progresistas.