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lunes, 22 de junio de 2009

LA CAMPAÑA DEL PARAPITI EN LA GUERRA DEL CHACO











Arturo Rahi
LA CAMPAÑA DEL PARAPITI




VENI, VIDI, VICI

Como es sabido, el tribuno romano Julio César, que era tan grande escritor como guerrero, habiendo dispuesto el Senado que sometiera la provincia sublevada de Pronto, en el Asia Menor, dio cuenta de su fulgurante campaña con las escuetas palabras: “Veni, vidi, vici” (Vine, vi vencí).
Sin perder las proporciones, podría parangonarse con este famoso parte militar el del coronel Rafael Franco al general Estigarribia sobre la toma de Carandayty, en los siguientes términos: “ESTA MAÑANA ENTRAMOS EN CARANDAYTY, ESTA TARDE SEGUIMOS ADELANTE”.
Y seguir adelante significaba nada menos que ir a tomar el importante camino Villa Montes a Santa Cruz de la Sierra.

Dr. Salvador Villagra Maffiodo





LA CAMPAÑA DEL PARAPITI

Uno quisiera imaginarse que cuando se desarrollaban las acciones previas de aproximación y luego la batalla que desembocó en la gran victoria de Yrendagüé, en la mente del gran conductor el coronel Rafael Franco, ya se perfilaba la continuación de estas acciones con otra de iguales proporciones en cuanto a su importancia para la decisión de la guerra.

Luego de leer mucho y analizar las opiniones vertidas sobre los resultados de sus planteos bélicos, que siempre resultaron en éxitos rotundos e inesperados tanto para nuestro comando como para el castigado enemigo, necesariamente se tiene que llegar a esta conclusión.

Lamentablemente la inmensa modestia del coronel Franco llegó a extremos hasta perjudiciales para completar la historia de la guerra del Chaco, ya que nunca se auto-promocionó ni recordó situaciones como ésta y otras que hoy se necesitan conocer.

Solo y muy posteriormente dejó sus Memorias que recuerdan solo los resultados, los logros obtenidos pero muy pocas veces o casi nunca se refiere a como nacieron o como se produjeron estos.

Pero volviendo un poco atrás y repitiendo a un conocedor de nuestra historia porque fue participante directo en las acciones de la guerra, el coronel Antonio E. González, recordaremos sus palabras, cuando dijo “que el II Cuerpo Paraguayo hacía frente con sus 3.200 hombres en último estado de agotamiento a los 13.000 hombres del Cuerpo de Caballería del Toro y después de esquivar un nuevo cerco en Yrendagüé se retiraba penosamente…”
Y como ya tenemos relatado en la publicación “Victoria de Yrendagüe” de la editorial F17, sabemos como la magnífica planeación del coronel Franco terminó con la destrucción de dicho cuerpo. Y como lo recuerda el coronel González, “de los 13.000 hombres se salvaron unos 2.000 que escaparon a tiempo del resto, 3.300 cayeron prisioneros y más de 7.000 hallaron horrible muerte en el desierte. El material capturado por el II Cuerpo paraguayo fue inmenso”.
Nos dice el coronel Franco en sus Memorias que “muchos militares extranjeros acreditados en nuestro frente, compararon la batalla de Yrendagüe con la de El Marne donde el ejército francés accionó después de una retirada. Tras contener al enemigo, pasó al contraataque con el fin de parar a los alemanes, con lo cual quedaron estos imposibilitados para planear una nueva ofensiva, los franceses con su clásica escuela pasaron a la guerra de posiciones”.

Y en esto último, el mismo coronel Franco lo reconoce, radica la diferencia entre Marne e Yrendagüé, ya que nuestro II cuerpo de Ejército pasó de inmediato a la ofensiva y a perseguir al enemigo obligándolo a replegarse continuamente destruyendo sus posiciones, tomando sus fortines y llegando en algunos puntos del Parapití, desde donde prepararon el gran salto hacia el territorio enemigo.

Apenas concluída la gran victoria y recuperados los hombres, el coronel Franco y recuperados los hombres, el coronel Franco ordenó proseguir hacia Carandayty para despejar el camino hacia su próximo objetivo, la zona del Parapití. Dice el coronel González: “a fines de Diciembre llegó por segunda vez a la sierra de Carandayty, donde como en agosto anterior fue detenido a 8 kilómetros del pueblo mismo…”

Nuestros soldados que acababan de obtener una gran victoria, como ya la relatamos, estaban agotados y con efectivos insuficientes para proseguir presionando a enemigos bien apertrechados, descansados y en posiciones antiguas y bien preparadas para la defensa de una zona que facilitaba sus trabajos.
El coronel Franco y relacionado a la continuidad de sus ataques nos dice en sus Memorias: “Como consecuencia del desastre de Yrendagüé, el comando Peñaranda tuvo que tomar de inmediato las siguientes disposiciones: 1) Vista la situación actual, tropas de caballería y la séptima División, una División de caballería debe quedar en “27 de Noviembre” a defender este punto.
2) La Séptima División debe hacer lo posible por desprenderse de su situación actual y buscar la salida en dirección a Carandayty antes de que esto sea imposible por la salida de tropas enemigas en “La Rosa” u otro punto de retaguardia.
Lamentablemente los bolivianos estaban más cerca y con mejores medios que los nuestros y se fortificaron rápidamente esperando la llegada de nuestro II Cuerpo de Ejército. Y ahí está la explicación del porque nuestras agotadas fuerzas no pudieron tomar Carandayty y tuvieron que esperar a mejor ocasión, que por cierto no tardó mucho en producirse.
A esto agrega el coronel Fernández: “Mientras el Ejército paraguayo avanzaba hacia el Oeste (se refiere al II Cuerpo) en el ancho frente, en el flanco Norte el Destacamento Irala (R.I.14 y Z 2: 1.200 hombres) accionaba en dirección al río Parapití.
“El destacamento ejecutó una campaña rápida y brillante. El 18 de Diciembre alcanzó 72 kilómetros al oeste de “27 de Noviembre” después de capturar durante la marcha, restos dispersos del R.I. 19 “Junín” boliviano que huyeron de Picuiba”. “El 15 de enero el Destacamento atacó y destruyó una fracción enemiga, tomándole 200 prisioneros, el 16 destruyó el R. I. “Ingavi” a 10 kilómetros al Oeste y el 17 en un último esfuerzo, dispersó las fracciones enemigas que defendían el Río Parapiti”.

Y termina afirmando el coronel Antonio E. González que a mediados de enero de 1935, el ejército paraguayo ocupa la zona oeste de la llanura chaqueña obligando al enemigo invasor a retirarse a sus montañas.

Y antes de seguir adelante, vale la pena hacer un comentario y se refiere a la obra del coronel Carlos Fernández “Guerra del Chaco” que hace desde luego mención a la campaña del Parapití.

Merece mencionarse que pese a que la consultamos, no hacemos mención de ella en consideración a los siguientes puntos:

1) El coronel Fernández tuvo actuaciones en varias acciones de la guerra pero en otras no, sin embargo su obra recoge versiones para estas últimas de terceras personas;
2) Para completar estos capítulos el coronel Fernández recurrió a personas que al parecer dieron versiones interesadas y al parecer no correctas;
3) Recordamos perfectamente que al publicarse la obra del coronel Fernández se produjeron virulentas reacciones que se trasladaron a los diarios de Asunción que criticaban las mentiras supuestas y daban los motivos por los que quienes escribieron esos capítulos no decían la verdad o la desfiguraban lo máximo y lo recordamos muy bien fueron los retos a duelo contra los actores de dichas versiones y en especial la del Mayor Manuel Franco, uno de los principales reclamantes, que entonces habitaba en la calle Coronel Martínez entre las de Colón y Hernandarias.

Al final se aplacaron los ánimos con la intervención de la Asociación de Ex Combatientes y las cosas quedaron así.
Creemos que es un motivo muy bueno para no referirnos a la obra del coronel Fernández y recurrir solamente a quienes escribieron con conocimiento de causa por haber participado en esas acciones de guerra.
Como ya lo dijimos un poco antes, los esfuerzos del II Cuerpo de Ejército para conquistar Carandayty quedaron paralizados muy cerca del objetivo. Nuestras fuerzas atacantes, muy pequeñas, no pudieron dominar la fuerte resistencia boliviana con efectivos muy superiores y bien parapetados en sólidas defensas.
Y así como lo dijera ya antes el General Estigarribia refiriéndose a Ballivián, el coronel Franco aplicó el mismo criterio de “caerá en su hora” para Carandayty. Así fue como lo veremos más adelante. Para qué sacrificar las raleadas unidades del II Cuerpo en ataques frontales dolosos, cuando con maniobras a las que estaba muy acostumbrado, el “león Caré“ obtendría lo que quería.
Se dejó entonces a Carandayty para el futuro y las unidades del II Cuerpo de Ejército recibieron de su jefe las siguientes asignaciones:
La VIII División seguirá el camino Algodonal-Puesto Central- Carandayty, tratando de cortar los caminos a Capirendá y Macharati teniendo así libre su línea de operaciones para luego iniciar las operaciones que se le asignaron.
La División de Reserva General atacará el camino Picuiba-Carandayty, rechazando al enemigo por dicho camino.
La VI División de Infantería atacará Carandayty por el norte siguiendo el camino Ybamirante-Estancia La Victoria. En Algodonal será relevada por la División de Reserva General, siguiendo la línea operativa de esta unidad.
Se constituyó el Destacamento Caballero Irala con el R.I.14 Cerro Corá y el Z2 General Genes. Su misión será la de perseguir, capturar o destruir los restos del grupo de Caballería derrotado en la batalla de Yrendagüé y llegar hasta Santa Fé, en su cruce con Huirapitindy-Amboró. Tratará de atraer la mayor cantidad de tropas enemigas en preparación de las acciones contra Carandayty.
El grupo de Artillería nº 3 Coronel Hermosa ocupará el sector de la División de Reserva General, mientras el destacamento Duarte Sosa empalmará los caminos Alvarenga y Potez.
El coronel Franco comandante del II Cuerpo de Ejército establecerá su P.C. en Algodonal.
Apenas descansada la tropa, el Destacamento Caballero Irala inicia su avance directo al Parapití por el camino 27 de Noviembre-Santa Fe. Por su parte la División de Reserva General llegó el día 14 de Diciembre de 1.934 a las cercanías del Puesto La Rosa.
Continuando su avance llega al empalme Picuiba- Tte. Gómez Sanabria-Carandayty el 16 de Diciembre. La VI División fue posicionándose del camino Algodonal-Puesto Central-Carandayty.
El 17 de Diciembre de 1934 la VI División capturó Algodonal luego de derrotar a los bolivianos. Para las tres de la tarde de ese día la Dirección de Reserva General indicó su marcha desde Algodonal pasando a ocupar la vanguardia del Cuerpo, siendo violentamente atacada, aunque sin consecuencias, por escuadrillas de aviones bolivianos.
El mismo día 17 el Destacamento Caballero Irala luego de un breve combate derrotó y capturó al R.I. 19 Junín, precisamente en el camino 27 de Noviembre-Huirapitindy.
El destacamento siguiendo con sus operaciones ocupó Amboró y a las ocho horas un batallón del R.I.14 Cerro Corá alcanzaba nuestra frontera histórica del Río Parapití. De inmediato nuestros soldados victoriosos ocuparon Santa Fe que había sido incendiada por los bolivianos antes de huir. Todo el sector sur del río fue abandonado por el enemigo que lo cruzó y trató de fortificarse en la otra orilla. Su intención era salvar Casa Alta y defender Camiri y Charagua algo más al norte.
La expresión de Estigarribia de “caerá en su hora” a la que ya nos hemos referido y que evidentemente fue también aplicada o utilizada por el coronel Franco, comenzó entonces a dar su fruto. Ya vimos como Carandayty bien fortificada y guarnecida por nutrida dotación, fue encerrada por la maniobra envolvente del II Cuerpo de Ejército, mientras nuestras unidades progresaban en todas las direcciones anticipadas y ocupaban todo el territorio al Norte y Oeste de esa posición boliviana.
Finalmente la División de Reserva General el asalto de dicha posición que seguía constituyendo el P.C. del permanentemente derrotado coronel David Toro. Fue así que el 23 de enero de 1935 se inició el ataque a primerísimo hora y ya antes del medio día Carandayty fue ocupada y el enemigo que pudo huir lo hizo tomando el camino hacia Boyuibé.
Y de aquí entonces habrá sido enviado el cable del coronel Rafael Franco al General Estigarribia que decía “Hoy entré en Carandayty, mañana sido al Parapití” que originó la comparación, respetando las proporciones, del Dr. Salvador Villagra Maffiodo con el famoso comunicado de Julio Cesar de “vine, ví y vencí” enviado al Senado Romano.
Aprovechando la interrupción en la narración de las acciones guerreras, quisiéramos recordar que en el Museo de Historia Militar del Ministerio de Defensa Nacional, se encontraba un cuadro conteniendo un Acta que fue hecho y firmado por el Coronel Franco y sus oficiales en Carandayty había vuelto al seno de la patria, nunca más se perdería ese dominio. Bien sabemos que apenas pasó un par de años para que un gobierno de anti-paraguayos lo regalara a Bolivia. Aparte de eso, ese cuadro ya no está en el Museo, posiblemente lo hayan hecho desaparecer en la época en que el coronel Franco era negado con todos sus hechos y acciones por un sistema maldito que esperamos nunca más vuelva al país.
El coronel Rafael Franco hace la siguiente reflexión sobre el desenvolvimiento de las acciones en la retaguardia boliviana: “El coronel Toro que fuera llamado a Villamontes…resultó ascendido al cargo de Jefe de Estado Mayor del Comando Superior, y el coronel Angel Rodríguez conservó su puesto de la Sección de Operaciones, aunque muy resentido por la promoción de Toro que le quitaba la independencia y autoridad de que había gozado en la conducción estratégica de la campaña. El coronel Bilbao Rioja se hizo cargo de la defensa de Villamontes. Es la primera vez que me ocupo de lo que acontecía del lado boliviano, pero es interesante destacarlo, a veces para notar hasta qué extremo fue favorable a nuestras armas el continuo desconcierto en que incurrían en sus desacuerdos, que de una u otra medida favorecieron a nuestras armas”.
“Cuando las fuerzas bolivianas se replegaron a 12 kilómetros de Villamontes en el Sur de la cordillera de Aguararaguá, en el centro y detrás del Parapití en el norte, los tres Cuerpos de Ejército Paraguayos avanzaron ya sin perder contacto. Descartada toda posibilidad de tomar Villamontes, por fin el general Estigarribia se decidió a atacar en el sector del Parapití con la idea de tomar Charagua”.
Aquí recordamos las palabras del coronel Antonio E. González: “En febrero de 1935, el coronel Franco, comandante del II Cuerpo de Ejército propuso a nuestro Comando en Jefe desarrollar una acción ofensiva en la zona de Boyuibé en dirección a Camiri, con vista a conquistar la región petrolífera y las refinerías en funcionamiento, pero el comando en Jefe tiene su propósito puesto en Villamontes, objetivo político de cuya conquista tiene gran interés”. Pero agrega el coronel González, “objetivo político es inconquistable con los pobres medios de que dispone el Ejército paraguayo”.
Sigue el coronel González: “Por fin en marzo el comando en Jefe autoriza al II Cuerpo de Ejército a probar el ataque hacia el oeste cuando ya el enemigo está concluyendo un camino de Villa Montes a Boyuibé, a través de la montaña y ha reforzado el sistema de defensa de la zona con unidades reconstituidas”.
“El Ataque del II Cuerpo se efectuó el 9 de marzo. La idea operativa del coronel Franco era aferrar con la División de Reserva General el Frente Enemigo y maniobrar con las Divisiones VI y VIII por Mangraity y Araruguá, con vista de cortar el camino detrás de las posiciones de las defensas enemigas”.
Tal como lo recuerda el coronel Antonio E. Gonzalez, la línea boliviana cedió el ataque del II Cuerpo pero tuvo que defenderse al enfrentar un terreno con quebradas profundas a las que nuestros soldados no estaban acostumbrados.
Ese fue el momento en que felizmente el general Estigarribia se convenció de que la conquista de Villa Montes tal lo había planeado estaba cada vez más lejana y ordenó la ejecución de la propuesta del coronel Franco que consistía en atacar hacia Charagua con el objetivo de aislar la zona del Parapití de Santa Cruz al mismo tiempo de penetrar hacia Camiri por el Norte.
Esta operación la había planeado el coronel Franco a fines de Enero pero Estigarribia la postura hasta marzo para concentrarse en sus infructuosos ataques frontales contra Villa Montes.

Con toda claridad lo explica el coronel González cuando dice que el ataque principal estuvo a cargo de la II División sobre el camino Coperé-Charagua pero con dirección general a Charagua.
El 5 de abril la II División inició el ataque atravesando el rio a la altura de Nacunday. Dice el coronel González: “el pasaje del rio y la maniobra contra el R.C.3 “Chuquisaca” fueron ejecutados con rapidez y por sorpresa por la Division. La escasez de nuestros efectivos (nunca pasaron de 2.000) en relación a la amplitud de la zona y las ventajas del terreno, impidieron el aniquilamiento del R.C.3 enemigo, pero deshecho y disperso, sus hombres vagaron enloquecidos en el vasto arenal sin agua durante muchos días…”
Y aquí va lo más importante: “La VIII División paraguaya marchando de Machareti y Cambeity, penetró en Casa Alta hacia el Norte y conquista Charagua el 17 de abril de 1935”. La acción de esta División dependía directamente del Comando del II Cuerpo de Ejército. Y vale mencionar que fue el R.I.16 “Mariscal López” a cargo del Mayor Lorenzo Medina el que conquistó estas victorias y entró en Charagua.
En esa época, y así lo recuerda el Coronel Franco, “recibí a delegados de Santa Cruz con las ideas separatistas de esa provincia, los cuales condicionaban nada más que armas para levantarse contra Bolivia”. “Le hice conocer al general Estigarribia de las proposiciones santacruceñas, que las desestimó en combinación con Eusebio Ayala como una utopía o como una de las tantas traiciones a la patria y a favor de las empresas petrolíferas de quienes fueron siempre sus lacayos”.
Hoy a casi 80 años del final de la guerra esta intención cruceña persiste, así que posiblemente y sin entrar a analizar el problema, se puede afirmar que pudo ser una ayuda a nuestro esfuerzo que no fue aceptado por nuestras autoridades. Es que el presidente Ayala siempre creyó que la guerra era un negocio entre caballeros y de esa manera procedió también al ofrecer el famoso armisticio de Campo Vía cuando que allí pudo terminar la guerra y evitar la estéril matanza de más de 15.000 paraguayos que murieron a partir de entonces.
Aquí hay que recordar que la caída de Charagua fue recibida como un dramático aviso por la población boliviana. Es que Santa Cruz no se encontraba muy lejos y el enemigo no justipreciaba la enorme proporción de fuerzas enfrentadas.
El general Querejazu Calvo y el general Vergara Vicuña, chileno al servicio de Bolivia, afirman que el ejército enemigo en el frente de operaciones se componía de 45.000 hombres: 20.000 detrás de las formidables defensas de Villa Montes y 25.000 para enfrentar a los escasos 3.000 hombres con que contaba el II Cuerpo de Ejército paraguayo en todo su dilatado frente.
El plan del coronel Franco para terminar con Villa Montes que fuera planteado al general Estigarribia era el de reforzar al II Cuerpo y penetrar profundamente al Norte del Parapití y cortar las comunicaciones de Villa Montes con sus fuentes de aprovisionamiento. Ya sabemos que Estigarribia se aferró a su plan que consistía en el asalto de la formidable posición boliviana y su captura.
Villa Montes estaba defendida por 20.000 hombres como ya sabemos, bien atrincherada según lo describió el citado general Querejazu y contaban con artillería y automáticas cuyo fuego estaba milimetrado sobre el futuro campo de batalla y que fuera preparado por militares mercenarios chilenos al servicio de Bolivia. Estigarribia nunca tuvo más de 6.000 hombres armados con fusiles y carumbe-í como única arma de destrucción. No tenía nuestro ejército artillería ni aviación para apoyar nuestro ataque. Mal pudimos entonces intentar estos asaltos que tan caros nos costaron.
El mismo General Querejazu dice que el primer ataque paraguayo fue realizado por 6.500 hombres, el segundo por 5.500 y el tercero por 4.500 hombres, lo que nos da una idea de la enorme cantidad de bajas sufridas en estos ataques descabellados. El mismo Coronel Carlos Fernández, fiel cumplidor de las órdenes de Estigarribia dice que perdimos 3.000 soldados y oficiales en estos ataques, es decir que uno de los ejecutores de los asaltos reconoce que tuvimos más bajas que lo que afirma el mismo general boliviano.
El coronel Carlos Fernández en el VI tomo de su obra “La Guerra del Chaco” dice lo siguiente que vale la pena recordar por provenir de él:
“A nuestro criterio creemos sinceramente que la concepción táctica del general Estigarribia al ordenar la conquista de Villa Montes, con el efectivo y material con que contaba el I Cuerpo de Ejército no se ajustaba a la situación real, y sobre todo la prosecución del ataque aún después de que fuimos contenidos en nuestros asaltos de los días 16, 17 y 18 de febrero de 1935”.
En una palabra, cualquiera que razone un poquito puede concluir que el Plan del Coronel Franco era el realizable, y con el que obtendríamos el buen resultado buscado, sin pagar tan altísimo precio. Lo realizado por el II Cuerpo de Ejército con su escaso número de soldados, de cruzar el Parapití y llegar hasta Charagua nos está dando la respuesta a cualquier interrogante.
Pero no todos los oficiales del I Cuerpo eran ciegos, veían la realidad de lo que estaba ocurriendo, nada decían o nada dijeron luego. Una excepción ha sido seguramente la del Teniente 1º Horacio Ramón Jiménez que en su libro “Reminiscencias” relata el siguiente episodio:
“Estábamos en la segunda quincena de marzo de 1935, época en que el Comanchazo ordenaba ataques y asaltos consecutivos a las posiciones enemigas en los tres frentes del sector de Villa Montes. Lógicamente no podía marginarse al aguerrido Regimiento “2 de mayo”.
“Para dar instrucciones correspondientes a las operaciones que se avecinaban, elcomandante de la II División de Infantería Teniente Coronel Gilberto Andrada, dispuso que la reunión de Comandos de Regimientos de la División se realizara en el Puesto de Comando del Capitán Lorenzo Arrúa, a la sazón comandante del R. I. 1 “2 de mayo”, unidad que había sido designada para cumplir la temeraria acción. La elección del lugar de reunión obedeció especialmente al hecho de que el capitán Arrúa era un experto en el arte culinario, que solía ponerlo de manifiesto, con verdadero placer, para deleite de sus camaradas”.
“Los comensales que concurrieron al almuerzo ofrecido por el capitán Arrúa en su P.C., fueron el Teniente coronel Gilberto Andrada, comandante de la II División de Infantería, el capitán Tomás Urdapilleta. Jefe de Estado Mayor Divisional, los comandantes de Regimientos capitán Alejandro Sienra del R.I.3 “Corrales”, capitán Francisco Chavez del Valle del R.I. 10 “Sauce” y el capitán Felipe Nery Velilla comandante de zapadores nº 1.
“…a los postres, el comandante divisionario ordenó al capitán Tomás Urdapilleta que diera lectura a la orden general de operaciones. Terminada dicha lectura el teniente coronel Andrada recalcó a los presentes los puntos salientes de la orden de operaciones mencionada. Entonces el capitán Arrúa pidió la palabra y dijo: Señor Comandante, dígame usted que objeción hizo cuando recibió esa orden. El comandante Andrada contestó: Entiendo que la orden está bien y que nosotros la podemos cumplir. El capitán Arrúa muy resuelto le contestó:
“Creo que es orden no se puede cumplir. Hay que pensar que las líneas enemigas frente a Villa Montes son muy poderosas. Para intentar una rotura necesitamos mayor cantidad de tropas, apoyo más adecuado de artillería y morteros. Yo como comandante de Regimiento NO PUEDO CUMPLIR ESA ORDEN PORQUE NO TENGO CORAJE DE HACER MATAR INÚTILMENTE A MIS CONCIUDADANOS”.
“….el capitán Arrúa se levantó y dijo textualmente: YO NO VOY A CUMPLIR ESA ORDEN…”
Como nuevo comandante del Regimiento fue nombrado el Capitán Octavio Barrios Díaz quien ordenó cumplir con la orden. Y siguió relatando el teniente Jiménez:
“Lamentable fue porque esas tropas no pudieron seguir adelante ni volver a su base por el intenso fuego de artillería y ametralladoras enemigas. Se produjo lo previsto por el capitán Arrúa. Fue un verdadero baño de sangre, con 129 bajas entre las cuales tres oficiales”.
Fue, continúa el teniente Jiménez “la pérdida más importante que sufrió el regimiento 2 de Mayo durante toda la guerra”.
Estos son relatos de hechos reales que los historiadores no recuerdan, los pasan en alto como una manera de justificar a aquellos que se equivocaron a costa de los demás pero a los que hay que rendir homenaje.
Recordamos muy bien que el Teniente Jiménez, del que fuimos amigos en el Club de Leones nos mostró sus originales antes de publicarlos, haciendo el siguiente comentario: “sé que esto va a sacar ronchas, pero no me importa, porque es la verdad de lo acontecido”.
Y como este relato del Teniente Jiménez sobre la reacción del capitán Arrúa, pueden haber muchos que quedaron en la intención de los que vivieron este dantesco espectáculo de muerte, y que por temor a represalias lo callaron. Con los resultados obtenidos por las tropas del I Cuerpo de Ejército frente a Villa Montes, que fueron nada y por el precio pagado y que hoy bien lo conocemos no solo leyendo los libros bolivianos, podemos concluir que fue un error más del Comanchazo, el peor de todos. Y lo más triste es que pudo evitarse si Estigarribia hubiese aceptado ideas o sugerencias de sus Comandos.
Proseguiremos con la campaña del Parapití como se la llama y que fue obra exclusiva del II Cuerpo de Ejército.
Nos dice también el coronel Antonio E. González que “en febrero de 1935 el coronel Franco Comando del II cuerpo propone a nuestro comando en Jefe desarrollar una acción ofensiva en la zona de Boyuibé en dirección a Camiri, con vista a conquistar la región petrolífera y las refinerías en funcionamiento, pero el Comando en Jefe tiene su propósito puesto en Villa Montes, objetivo político en cuya conquista tiene gran interés”.
Ya sabemos el resultado delos asaltos ordenados por Estigarribia contra Villa Montes y la enormidad de bajas que tuvimos en esas acciones. Es evidente que el objetivo político era inconquistable con los medios de que disponía Estigarribia.
“Por fin –dice el coronel González- en Marzo el Comando en Jefe autoriza al II Cuerpo a probar el ataque hacia el Oeste cuando el enemigo está concluyendo un camino de Villa Montes a Boyuibé, a través de la montaña y ha reforzado el sistema de defensa de la zona con unidades reconstituidas”.
Cabe aclarar que cuando el Coronel Franco pidió autorización para accionar contra la zona de Boyuibé dicho camino no existía y esos esfuerzos no estaban constituidos en nuevas unidades de combate. Ambas ventajas habían desaparecido cuando Estigarribia autorizó a Franco a iniciar la operación propuesta.
Pero antes debemos recordar que reconocido finalmente por nuestro comando el sonado fracaso frente a Villa Montes, aceptó la propuesta ya antigua del coronel Franco de penetrar más al N.O. conquistado Charagua y aislar definitivamente Santa Cruz de sus contactos con Villa Montes. No olvidemos que esta era la fuente de abastecimiento del ejército boliviano parapetado tras las grandes defensas de Villa Montes. Qué fácil hubiese sido esto un par de meses antes cuando el coronel Franco pidió autorización para realizarlo y que no fuera aceptado por Estigarribia empecinado entonces en sus infructuosos ataques frontales que tanto daño ocasionó a nuestro ejército.
El destacamento Garay volvió entonces al II Cuerpo de Ejército y se le agregó el Destacamento de Caballero Irala que tan brillante desempeño había tenido en el avance inicial tras la conquista de Picuiba.
Finalmente entonces llegó la hora y el glorioso II Cuerpo de Ejército, aunque todavía con grandes claros en su composición comenzó el 9 de marzo de 1935 el ataque general contra las líneas bolivianas, haciéndose de camino para llegar hasta Camiri ya al norte del río Parapití.
El 5 de abril de 1935 la II División de nuestro II Cuerpo atacó y rechazó al R.C.3 enemigo pese a nuestros menores efectivos y aumentos. El enemigo se fue retirando hacia Charagua.
Y Charagua cayó en poder, tal como ya lo dijimos, del R.I.16 “Mariscal López” comandado por el Mayor Lorenzo Medina el 17 de abril de 1935, lo que nos indica la rapidez de nuestros movimientos pese a actuar ya en terreno semi montañoso y desconocido por nuestros efectivos.
Hasta aquí llegó nuestro ejército empujando al siempre derrotado enemigo, pero a partir de entonces la enorme masa de 25.000 bolivianos comienza su contra-ofensiva contra nuestros 3.000 hombres del II Cuerpo de Ejército. Pese a la enorme diferencia numérica, nunca el ejército boliviano pudo romper nuestro frente o encerrar a los nuestros, que se fueron estirando combatiendo, hasta estabilizar definitivamente el nuevo frente de batalla y defenderlo sin retroceder hasta el final de la guerra muy poco tiempo después.
Quien podría entonces negar, y esto lo repetimos una vez más, si nuestro ejército hubiese atacado cuando el coronel Franco lo propuso, vaya a saber hasta donde hubiese llegado nuestros soldados porque la realidad es que cuando Estigarribia se convenció (¿?) de su craso error, los bolivianos habían ya terminado nuevos caminos de comunicación y habían acumulado una masa enorme de efectivos y armamentos pesados que fácilmente nos superaba con un 8 a 1 poco más o menos. Esta es la verdad histórica que debe repetirse hasta el cansancio.
Y ahora proseguimos con la campaña del Parapití, que fue obra exclusiva del II Cuerpo de Ejército.
Si el coronel Franco hubiese comandado nuestro Ejército del Chaco, como lo dijo el Dr. José María Rivarola Matto, “QUIEN SABE SOBRE QUE PICACHO ANDINO SE HUBIESE FIRMADO LA PAZ” y no en un lujoso hotel de Buenos Aires bajo la batuta de oligarcas de todo el continente (inclusive los paraguayos) que nunca sintieron el clamor del pueblo paraguayo ni tampoco escucharon el silbido de una sola bala boliviana, ni menos aún el inmenso sacrificio de ese pueblo en armas, y de seguro que nuestras fronteras hubiese sido fijada en el rio Parapití y no más ni menos.
La última ofensiva boliviana de la guerra comenzó a fines de abril y comienzos de mayo de 1935, logrando resultados parciales, tales como reocupación de terrenos perdidos en los meses anteriores, pero nunca la destrucción ni menos la captura de efectivos paraguayos, y esto pese a la enorme y manifiesta desproporción en el número de combatientes que sin llegar a exagerar era de por lo menos 8 a 1 de nuestro II Cuerpo.
Pese a esto todavía se obtuvo una gran victoria con la rendición en Ingavi de la VI División de Infantería boliviana.
Fue por esto y otros hechos que el general chileno al servicio de Bolivia Alcides Vergara Vicuña dijo: “Pues era más que notorio que las unidades del coronel Franco estaban consiguiendo resultados baratos y acaso inmerecidos, si se considera su muy inferior potencia humano y resentido volumen de material.
“El coronel Franco probó en todo momento, no solamente en este caso, su eficiencia táctica y estratégica, su recio temple de soldado y su alta capacidad para sacar ventajas de las más difíciles situaciones”.
Opinión interesada posiblemente al hablar de precio, pero muy profesional al reconocer al Jefe adversario una capacidad que evidentemente ni él ni los demás Jefes bolivianos demostraron tener, para sacar ventaja o provecho de la enorme desproporción que siempre existió entre ambos ejércitos. Los números siempre favorecieron a Bolivia como producto de una población tres veces superior a la nuestra.
Para terminar en términos precisos la campaña del Parapiti, nada mejor que transcribir el relato de un participante, el capitán Ramiro Escobar publicado en “Verde Olivo” el mes de noviembre de 1988. El capitán Escobar es el autor del monumental libro “El Calvario de la Patria o la mutilación del Chaco Paraguayo”, que recoge muchos de los acontecimientos que forman parte del infausto final de la patria o la mutilación del Chaco paraguayo”, que recoge muchos de los acontecimientos que forman parte del infausto final de la guerra del Chaco, ganada con sangre, sudor y lágrimas en el campo de batalla y perdida en la mesa de negociaciones, ya conocemos muy bien cómo.
A continuación el relato del Capitán Ramiro Escobar.

LA CAMPAÑA DEL PARAPITÍ. Por Ramiro Escobar

La campaña del Parapiti, en la que se libraron las acciones bélicas, una de las más encarnizadas y sangrientas de la contienda chaqueña, es la gloria más pura y heroica de nuestro ejército insuperable.
Los sinnúmeros combates habidos en las proximidades de las dos márgenes del histórico río, dio lugar al Destacamento Garay (Eugenio A.) a conquistar una región estratégica, ocupando como consecuencia la ciudad de Charagua, la segunda de Santa Cruz de la Sierra, situada en pleno territorio de Bolivia.
Luego vinieron otras bravas luchas en la progresión hacia dicha ciudad y nuestro posterior repliegue, luchas ininterrumpidas durante treinta largos días, en las llanuras de Yosapa, Santa Fe, Ybarenda, Amboro e Huirapitindy.
Luego del triunfo de nuestras armas en El Carmen, Ybybobo e Yrendagüé, en los meses de noviembre y Diciembre de 1934, en donde fueron destruidos dos cuerpos de Ejército enemigos, con pérdidas de más de 6.000 bajas y unos 12.000 prisioneros y demás elementos bélicos de dichas Grandes Unidades, nuestras tropas progresaron, empujando al adversario hacia el norte y Noroeste, llegando en los últimos días de Enero de 1935, a ocupar una extensa línea contínua, que partiendo del Pilcomayo, aproximadamente 18 kilómetros hacia el N.O. de Ybybobo, se dirigía al norte contorneando el campamento atrincherado de Villa Montes y siguiendo por las proximidades de Palo Marcado, Agua Blanca, Tarairi, Machareti, Camatindy, Ñaicoranza, continuaba desde allí al N.E. cruzando la quebrada de El Cuevo hasta llegar a San Antonio, para seguir por la margen derecha del rio Parapiti hasta cerca del Bañado de Yzozog.

Para la invasión del territorio enemigo que cupa al II Cuerpo de Ejército al mando del Coronel Rafael Francoa se organizó un destacamento a cargo del Coronel Eugenio A. Garay, dependiente de dicho cuerpo de Ejército. Formaba parte dos Grandes Unidades:
La VIII División de Infantería, a las órdenes del Mayor Lorenzo Medina, compuesta del Rgto. Mariscal López, en Inf. Nº 16, comandada por el capitán Carlos Bóbeda; Rgto. Pitiantuta de Infantería nº 18, al mando del capitán Federico Jara Troche y el Rgto. Batallón 40 ejercido por el Tte. 1º Ceferino Vega.
Esta gran unidad llegó a la zona de Casa Alta dos días antes de la maniobra, relevando a la agrupación del Mayor Duarte Sosa, que defendía el sector desde Diciembre del 34.
La II División de Infantería, al mando del Mayor Basiliano Caballero Irala, que formaba:
Rgto. “2 de mayo” de Inf. Nº 1, bajo el mando del Tte. 1º Modesto Ramírez, sustituído luego por su titular, Mayor Rufino Pampliega; Rgto. “Corrales” de Inf. Nº 3 comandado por el capitán Alejandro Sienra.
Rgto. Sauce de infantería nº 10, al mando del capitán Francisco Chavez del Valle.
Esta última División ocupaba la margen derecha del río Parapití, extendida en un frente amplio en el orden que se indica:
El Rgto. Sauce de Infantería nº 10, desde cerca de Casa Alta hasta Ibarenda; el Rgto “2 de Mayo” de Inf. Nº 1 desde Ibarenda hasta aproximadamente 5 kilómetros más hacia el N.E. de Amboro; Rgto. Corrales de Inf. Nº3, desde el ala derecha del 2 de Mayo hasta las proximidades de Copere.
También formaba parte del Destacamento el Rgto. General Genes de Zapadores nº 2, al mando del Tte. 1º Virgilio Larrosa. Este Regimiento vigilaba la retaguardia del Rgto. Cerro Corá de Infantería nº 14, que también integraba el Destacamento comandado por el Capitán Juan Martincich, que combatía muy al N.E. de la zona de Joseraví contra el R.I. 40 “Oruro” y el Escuadrón Parada, enemigos ambos.
El Cnel. Garay, comandante del Destacamento dispuso pasar a la ofensiva el 5 de abril de 1933, atacando la defensa enemiga de la orilla contraria del río, desde San Antonio hasta Copere, luego avanzar hacia el Norte hasta alcanzar la zona Charagua-Carandayty Moza, conforme el dispositivo e itinerario que sigue:
La VIII División distribuida en tres columnas:
La Primera Columna, forzar la defensa enemiga frente a San Antonio, Machito, Charagua.

La Segunda columna, progresar por la ruta San Francisco, Ancansoro, Charagua.
La Tercera columna; adelantarse por la senda Tarenda, Coral, Carasapa, Charagua, estableciendo a la vez vigilancia hacia el N.E. hasta controlar la ruta Anguira, Ybytindi.
La II División de Infantería, con misión de vadear el río en su frente, después progresar hacia el norte hasta alcanzar la línea Charagua, Carandayty Moza, con el dispositivo siguiente:
Rgto. Sauce de Infantería nº 10, más un batallón del R.Z.2 Gral. Genes, en dos columnas. La primera compuesta de un batallón reforzado con una compañía con la misión de forzar la defensa enemiga en el Paso de Cumbarurenda; con una compañía despejar la orilla izquierda del río hasta Mariqui y con algunas de las columnas, avanzar enérgicamente hacia el Norte por el camino Cumbarurenda-Para del Piyu-Papiroma-Itaguazurenda-Charagua.

La segunda columna de dos batallones, con misión de cruzar el río entre Santa Fe e Ibarenda, quebrando el frente enemigo, cubrirse al Norte con fuertes patrullas y con la fuerza principal, arremangar al enemigo al N.O. hasta alcanzar Mariqui, en donde tomando enlace con la primera columna, progresar decididamente hacia el Norte por el camino Santa Fe-Pozo de Roca – Itaguaaurenda-Carandayty Moza, teniendo vigilancia ala vez una zona de 20 kilómetros, hacia el N.E. de dicho camino.
Una fracción del R.I. 2 de mayo, con misión de vadear el río entre Ibarenda y Yapuraty, cubriéndose al Norte con patrullas y arremangar al enemigo hacia el N.E. hasta Ñacunday.
El grueso de esta Unidad, pasar el río entre Copere y el Paso de Matico, con el Corrales, debiendo girar con este después del cruce hacia el N.O., arremangando al adversario por los dos caminos que conducen desde allí hasta el que une Ambro con Carandayty Moza, pasando por Laguna Seca. Una vez cumplido esta primera fase, avanzar las dos Unidades hacia Carandayty-Moza.
El Rgto. Gral Genes de Zapadores nº2 con dos batallones tenía la misión de cruzar el río en las proximidades de Yapirúa, despejar al enemigo al N.E. es decir, la orilla izquierda del río o la retaguardia del R.I.14 Cerro Corá hasta tomar enlace con el mismo. Cumplida esta misión con dicho regimiento, volver hacia “Copere” e incorporarse a la columna del 2 de mayo y el Corrales y progresar todos juntos por la picada Amboro-Laguna Seca-Carandayty Moza.
El R.I.14 Cerro Corá, su misión era operar ofensivamente sobre el enemigo que le enfrentaba, de manera alejarse lo más posible hacia el Yzozog, teniendo que despachar diariamente patrullas hacia Copere y enlazarse por este medio, con el R.I.1, R.I.3 y R.Z.2.
Al filo de la noche del 4 de abril, fueron despachadas varias patrullas avanzadas que como fantasmas en la noche obscura se arrastraban avanzando silenciosamente por el cauce del río en dirección a la orilla opuesta para descubrir los puntos de menos resistencia enemiga. La posición boliviana podía considerarse como relativamente fuerte, según las informaciones de las avanzadillas enviadas anteriormente.
Una hora antes de la media noche de ese día, esplendente del 4, pudiéronse divisar las primeras señales de algunas de las patrullas que arribaron a la orilla opuesta, quienes con las luches de sus linternas, tapadas con tela de mosquitero transmitían sus mensajes.
La hora 11 dio a las 3 y media de la madrugada del 5 de abril de 1935. A esa hora comenzó el pasaje del río, de un ancho de 500 metros en fila india las diversas columnas, con el agua metido hasta el pecho, sin perder en absoluto la dirección y llegando a los puntos señalados de la orilla opuesta ante de clarear el día, merced al magnífico comportamiento de las patrullas avanzadas que con frecuentes señales eligirían el vado.
Nuestras tropas, pese al fuerte hostigamiento del enemigo, cruzó la fría agua en absoluto silencio, sin hacer un solo disparo para no advertir a los defensores enemigos, gracias a lo cual las bajas fueron insignificantes.
Al amanecer la defensa se estaba derrumbando a una velocidad terrible. Fueron perforadas en varios puntos, desde Casa Alta hasta Copere y nuestras unidades buscaban ahora los objetivos pre-establecidos en medio de intensa lucha.
Los hilos telefónicos que se extendían paralelos al río fueron cortados, quedando las tropas adversas aisladas, perdido el enlace entre sí y roto la cadena demando de tal manera que el mando superior quedó ciego y no pudo dictar órdenes.
Las tropas bolivianas del Sector Casa Alta-Copere fueron las que mejor pudieron retirarse, pero sin orden, dispersas más o menos y a la disparada por las sendas y picadas que encontraban en su desesperación, haciendo débil resistencia en combates retardantes, obligados por los nuestros.
Los que se encontraban al N.E. de Yapirúa, se introdujeron desorganizadamente en los montes, hacia el Norte, en busca del camino a Santa Cruz de la Sierra, apareciendo en las proximidades de Laguna Hedionda, después de tres días de extravío, en pequeños grupos, totalmente agotados.
Debido al desconocimiento del terreno y las diversas direcciones tomadas por el enemigo en su fuga, dificultó grandemente el reagrupamiento de nuestras unidades, tal es así que el Corrales y el 2 de Mayo, recién el 7 pudieron, en acción conjunta, tomar la bifurcación del camion situado antes de alcanzar Laguna Seca, lugar donde el enemigo opuso tenaz resistencia.
Las columnas del R.I. 10 Sauce que avanzaban por la recta Santa Fe-Ytaguazurenda, combatiendo intensamente, alcanzaron la línea Mapioroma, unos cinco kilómetros al norte de Pozo de Roca.
La VIII División, luchaba valientemente, el día 7 llega a la línea Ancansoro-Carasapa.
La aviación nacional por primera vez, bombardea la ciudad de Charagua, donde se encontraba el P.C. del II C.E. boliviano.
El 8 el enemigo hace enérgica resistencia en el camino Amboro-Carandayty-Mozas, gracias al refuerzo del R.I.47 y el R.C. 3 y otras fracciones que salían sobre dicho camino.
Las columnas del centro y la de la VIII División siguieron adelante en constantes combates. La aviación paraguaya vuelve a bombardear Charagua.
El 9, los regimientos Corrales y 2 de mayo, maniobran con felicidad por las dos alas enemigas, saliendo detrás de las mismas en el lugar llamado Laguna Seca. Ante este hecho, los bolivianos huyen por los montes cayendo prisioneros y tomándoseles armas, camiones y otros elementos de guerra. Al atardecer el regimiento Sauce llega a las proximidades de Ytaguazurenda. La VIII División alcanza la línea Machito, 10 kilómetros al norte de Ybytindi.
Una patrulla paraguaya que buscaba enlace con nuestras columnas que progresaba por el camino Amboro-Carandayty-Moza, salió a retaguardia de las fuerzas adversas, cuatrereando un camión del Grupo de Escuadrones del regimiento Ingavi, muriendo en la acción el chofer y dos soldados acompañantes. Nuestras columnas continuaron combatiendo en las líneas alcanzadas.
El día 11, continuaron la progresión en todo el frente, avasallando las resistencias enemigas con maniobrsa sucesivas sobre su retaguardia. El 12, sobre el camino Laguna Seca-Carandayty Moza nuestras tropas se apoderaron del Punto D.
La VIII División combatiendo encarnizadamente alcanza la línea situada a 5 kilómetros al sur de Charagua, empleando el enemigo artillería en apoyo de sus tropas.
El día 13 las tropas adversas se defienden enconadamente en una línea continua que pasa a 3 kilómetros al sur de Charagua, sigue hacia el N.E. a 1 kilómetro al sur de la ruta a Carandayty Moza, pasando 4 kilómetros de esta población para doblar hacia el Norte, en dirección a Laguna Hedionda. El 14 las poblaciones civiles de Charagua y Carandayty Moza son evacuadas por el enemigo bajo el fuego de nuestros morteros.
El día 15 de abril en sucesivos asaltos son rotas las defensas enemigas en varias partes. Nuestra VIII División hace su entrada en Charagua a medio día. El Rgto. Sauce se apodera de la población de Carandayty Moza y con fuertes patrullas alcanza las proximidades de Caipep, Recreo, a 4 Kms. Al norte de Carandayty Moza, cortando el camino de Santa Cruz de la Sierra.
Los Rgtos. Corrales y 2 de Mayo, con la punta de la vanguardia alcanza a 4 kilómetros antes de Carandayty Moza y patrulla intensamente al norte, cubriendo el flanco derecho de nuestro dispositivo. El enemigo se organiza en la montaña en una línea que parte de Paso Aguas Calientes, pasa a 2 kilómetros al norte de Charagua, sigue por Avaí-Recreo-Caipepe para extenderse hacia Laguna Hedionda.
El 18 fue urgentemente retirado del sector la VIII División nuestra para concurrir al sector Central, con el objeto de salvar la situación comprometida de la IX Divisón nacional que combatía en el frente de Cambeiti, que quedó aislada como consecuencia de la ofensiva del Cuerpo de Caballería boliviana en el sector indicado. Al fin de cubir el claro dejado por la mencionada División, se desplazaron los Rgtos. 1, 3 y Z 2 a ocupar el frente de Charagua, viéndose obligado de esta manera la II División a extender su línea considerablemente.
Quedaba así la II Division combatiendo en el extenso frente desde Aguas Calientes-Charagua-Carandayty Moza.