Queridos amigos:
Periódicamente se discute si los impuestos al medio ambiente son una buena o una mala idea. El tema se está discutiendo en varias jurisdicciones de Argentina y otros países latinoamericanos.
Se trata de aplicar un principio llamado "el que contamina paga", de uso frecuente en Estados Unidos y varios países de la Comunidad Europea. Para algunos, se trata de una forma de que quienes generan un perjuicio a la comunidad se hagan cargo (al menos económicamente) del daño que provocan. Para otros, los impuestos a la contaminación no deberían existir, ya que significan vender un permiso para contaminar. Recordemos que sólo se cobran impuestos sobre aquellas actividades lícitas y el daño al medio ambiente no debería serlo.
El fondo de la discusión es ideológico: para las concepciones liberales, es necesario resolver los problemas ambientales dentro de los mercados. Los impuestos servirían para cambiar las condiciones de mercado y hacer más caras las conductas depredatorias.
Por el contrario, las concepciones no liberales sostienen que sólo el control del Estado puede garantizar una adecuada gestión del ambiente. En consecuencia, los llamados "impuestos verdes" no tendrían efectos relevantes sobre los niveles de contaminación.
En esta entrega ustedes reciben:
- Un artículo mío, titulado "Pagar para contaminar", publicado por Voces en el Fénix, la revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Pueden bajarlo de aquí:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/18205050/Documentos/Pagar%20para%20contaminar.pdf Si el link parece no funcionar, lo copian y lo pegan en la parte superior de su navegador (internet Explorer, Google Chrome o el que usen) y le dan click.
- El recordatorio de mis libros "Buenos Aires, ciudad inundable", publicado por Kaicron-Le Monde Diplomatique y "Ésta, nuestra única Tierra", publicado por Maipué.
- La obra de arte que acompaña esta entrega es "Dos recaudadores de impuestos" (c. 1540), Galería Nacional, Londres, del holandés Marinus Claesz van Reymerswaele. Esta obra fue muy popular en el siglo XVI y se reprodujo en numerosos grabados. Los gestos y actitudes mezquinos de los personajes reflejan el odio popular a los recaudadores de impuestos.
Un gran abrazo a todos.
Antonio Elio Brailovsky