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miércoles, 24 de octubre de 2012

Fernando Lugo: La Izquierda destrozada


Bajo la conducción de Lugo, la izquierda se destruyó a sí misma, opina el analista Bernardo Coronel. Reproducimos el análisis:


La izquierda paraguaya es como el perro del hortelano, no come ni deja comer. Nunca entendió que el periodo iniciado en el 2008 era de acumulación de fuerzas, no de lucha hegemónica


Lugo  ganó las elecciones del 2008 con 500 mil votos liberales más los 200 mil de la izquierda. No hay secretos. En esas mismas elecciones, UNACE obtuvo 40.761 votos en la capital y logró meter dos diputados en la cámara. La izquierda en su conjunto, pero dividida, tuvo mucho más, 61.479 votos, pero sólo consiguió una banca. La ANR, que tiene 3 diputados en Asunción, sacó 65.000 votos, sólo 4 mil más que la izquierda. No es que la izquierda no tenga apoyo, lo que no tiene es inteligencia, o por lo menos no aprendió la tabla de sumar. No pedimos a la izquierda una racionalidad dialéctica pero por lo menos tendría que saber de aritmética básica. Mientras más se divida menos posibilidades tendrá de ganar. La izquierda paraguaya es como el perro del hortelano, no come ni deja comer.
El triunfo de Lugo le permitió, como nunca antes, acceder a importantes espacios de poder. Aquel acontecimiento fue apenas el inicio de un tímido proceso que requería ser profundizado para su consolidación. Pero la izquierda no tuvo la madurez para entender este hecho, quizás irrepetible de acá a un buen tiempo. La construcción de un proyecto colectivo requiere de sacrificios y renunciamientos, y la izquierda privilegio la soberbia, que no conduce a nada excepto al aislamiento. No en balde los católicos consideran a la soberbia como el mayor pecado capital, del que derivan los seis restantes. No  contenta con la soberbia, cometió un mar de errores, nunca entendió que el periodo iniciado en el 2008 era de acumulaciónde fuerzas y no de lucha hegemónica, pretendiendosometer a su aliado el PLRA. Este último error tuvo un alto costo: el golpe parlamentario, del que no podrá recuperarse a corto plazo.
Tampoco nunca tuvo el coraje suficiente para liberarse del nefasto entorno colorado stronista encabezado por Quencho Rodríguez y Miguel Ángel Rojas. El seccionalero Rojas, secretario privado del presidente, marcaba la agenda a Fernando Lugo, y este marcaba la agenda al FG. Lamentable.
El FG, elprincipal referente de la izquierda, jamás tuvo autonomía, y siempre dependió de la impredecible voluntad de Fernando Lugo, quien sucumbió muy rápido ante las mieles del poder. Lugo jamás depuró el Estado corrupto, al contrario, colocó en los puestos claves a antiguos colorados stronistas, mientras entregaba mendrugos a la izquierda. Montó un esquema perverso, creó por una parte, un primer anillo (de primer piso) colorado y un segundo anillo (segundo piso) de izquierda. Con el primero hacía los negocios y el segundo le servía para presentarse como un “presidente progresista”, “víctima de la derecha reaccionaria” empotrada en el Parlamento y el Poder Judicial. Lugo acusaba permanentemente al Congreso por no permitirle hacer los cambios prometidos, pero sin embargo pudo hacer grandes negocios sin muchos contratiempos. A lo mejor si ponía el mismo empeño tratando de cambiar las cosas, la realidad hubiera sido muy distinta.
En momentos en que la historia exige la unidad de todas las fuerzas, la izquierda está haciendo todo lo contrario. Hoy el campo popular está dividido en por lo menos tres pedazos: el PEN con Caballero Vargas, que se llevará una buena porción del voto independiente; el grupo de Ferreiro y el de Lugo, que hoy son enemigos irreconciliables, mientras Cartes se frota la mano de alegría.
La mezquina actitud de la izquierda nos muestra que es el reflejo de la sociedad paraguaya, construida sobre los cimientos de un capitalismo deformado. Sus dirigentes expresan una mentalidad casi aldeana. No pasaron del estadio feudal.
La izquierda hoy está destrozada y no por obra del “imperialismo”. Ella misma se encargó de abortar el proceso iniciado en el 2008. Su mezquindad fue su mayor enemigo. En realidad es peor que el perro del hortelano, no solo come ni deja comer, también le sirve la mesa al enemigo.