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martes, 14 de julio de 2009

A PROPÓSITO DE FERNANDO LUGO: Pedófilo holandés Bertus Hendriks funda su partido, ¿hará lo mismo el obispo abusador?


A PROPÓSITO DE FERNANDO LUGO: Pedófilo holandés Bertus Hendriks funda su partido, ¿hará lo mismo el obispo abusador?


En Holanda ha sido presentado oficialmente un nuevo partido político, que desea la legalización de pornografía infantil y el sexo entre adultos y niños.
El nombre oficial es NVD, abreviación holandesa que significa Amor al Prójimo, Libertad y Diversidad. Sin embargo, la nueva agrupación fue calificada inmediatamente de Partido Pedófilo, por ciudadanos y políticos furiosos. A Radio Nederland han llegado numerosas llamadas del extranjero sobre el tema.

¿Se han vuelto completamente locos esos holandeses? ¿Es verdad que todo es posible en Holanda? La respuesta a las dos preguntas es no. Pero, considerando la imagen de Holanda en el ámbito internacional como una sociedad donde todo es posible, el malentendido es comprensible.

Es cierto que Holanda es una sociedad permisiva cuando se trata de temas controvertidos como el consumo de droga y la prostitución de adultos. Todos los países en el mundo forcejean con estos problemas y en ninguna parte han sido resueltos ni muchos menos erradicados.

Los holandeses son prácticos, consideran a los drogadictos como víctimas de una enfermedad. Al mismo tiempo, se opina que los consumidores de la droga blanda no deberían verse empujados a entrar en un mundo ilegal y criminal, donde corren gran riesgo de entrar en contacto con la droga dura. Por ese motivo, y después de un intenso y largo debate, los holandeses decidieron legalizar la venta y el consumo privado, en cantidades reducidas, de la droga blanda como la marihuana y el hachís. Así nacieron los famosos coffeeshops.

Los mismo ocurre con la prostitución. Si no se puede poner fin al tráfico de sexo entre adultos hay que regularlo, legalizarlo y mantenerlo dentro de estrictos límites, a pesar de todas las consecuencias negativas, como el abuso sexual, la explotación criminal y la trata de mujeres. La idea es que estas directrices ofrezcan a las mujeres que trabajan en la industria del sexo una mejor protección contra el abuso de sus jefes criminales. Así que la prostitución fue legalizada y sometida a estrictas condiciones. Medidas como éstas, le han dado a Holanda una justa reputación de ser una sociedad permisiva.

Sin embargo, esta permisividad no está exenta de dificultades, y tiene que ser ajustada cuando las cosas amenazan con llevarla al fracaso. En consecuencia, se redujo recientemente y de forma drástica el número de coffeeshops y se ha intensificado el control sobre los mismos. La permisividad está supeditada a muy claros límites. La droga dura sigue estando prohibida, y los mayoristas de la droga blanda son perseguidos judicialmente.

En cuanto al comercio del sexo, hay un claro límite. El abuso de niños y la pornografía infantil están estrictamente prohibidos. La prohibición incluye el turismo sexual. Por ejemplo, turistas holandeses han sido condenados en Holanda por haber tenido sexo con menores en Tailandia.

La posesión de pornografía infantil, en fotografías o en la computadora está prohibida y se persigue judicialmente a los infractores. Unidades policiales especiales intentan desarticular, con la ayuda de sus colegas en el mundo entero, a redes de pedófilos en Internet.

Es cierto que todos los ciudadanos están supeditados a la ley, pero, al mismo tiempo, según el sistema parlamentario holandés, todo el mundo es libre de crear un partido político con el propósito de cambiar la legislación, a pesar de que, desde el inicio, está claro que ese partido no ganará ningún escaño en el Parlamento.

La creación del partido pedófilo no es ninguna señal de que todo está permitido en Holanda. Más bien es una señal de la desesperación de un grupo de pedófilos que durante años no han logrado convencer a los políticos de levantar la prohibición de pornografía infantil y permitir el sexo con niños a partir de 12 años.

La creación del partido puede ser una maniobra publicitaria, y en tal caso sus creadores han tenido éxito. Al mismo tiempo, puede ser un intento de colocar sus exigencias en la futura agenda política. En este último caso están destinados al fracaso, juzgando las reacciones indignadas de políticos y la más inmensa mayoría ciudadana.