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jueves, 2 de octubre de 2008

El Imperio, el Plan Colombia y la conspiración contra Bolivia en Paraguay

(Luís Agüero Wagner)

El viceministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Jorge Lara Castro, un viejo favorecido de la embajada norteamericana de Asunción, recibió ayer a Christopher McMuller, subsecretario norteamericano de Asuntos del Hemisferio Occidental.

El viceministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Jorge Lara Castro, un viejo favorecido de la embajada norteamericana de Asunción, recibió ayer a Christopher McMuller, subsecretario norteamericano de Asuntos del Hemisferio Occidental, en una sugestiva visita de cortesía en la que abordaron la situación de crisis que atraviesa Bolivia.

LARA CASTRO, UN CONOCIDO AMIGO DEL IMPERIO

El vice canciller Jorge Lara Castro es un conocido agente del imperio, dado que a través del “Centro de Estudios y Formación para el Ecodesarrollo” (ALTER VIDA). una ONG muy vinculada a profesionales universitarios fundada hacia 1985, recibe fuertes sumas de USAID.
La mayoría de los funcionarios del gobierno de Fernando Lugo, entre los cuales los más destacados son la ministra de la mujer Gloria Rubín, el ministro de emergencias Camilo Soares, la ministra de la juventud Karina Rodríguez o Liz Torres, son activistas cooptados por la embajada norteamericana de Asunción.

UN SUGESTIVO ENCUENTRO

El encuentro tuvo lugar en la Cancillería Nacional y contó con la presencia de la embajadora norteamericana y ex operadora del Plan Colombia, Liliana Ayalde, y de la consejera política Joan Shaker.
Christopher J. McMullen es un ex funcionario del Pentágono que, nativo de Pennsylvania y graduado en historia latinoamericana en la Universidad de Gergetown, antes de ocuparse de la oficina para el Cono Sur y Brasil se desempeñó como Cónsul general en Sao Paulo Brasil. Previamente sirvió en lugares conflictivos, donde Estados Unidos incentivó escuadrones de la muerte, como El Salvador, Nicaragua o Colombia.
Cuando la prensa le preguntó sobre la razón de su visita a Paraguay, McMuller señaló que la finalidad de la misma es interiorizarse de los términos en los que la embajada norteamericana puede fortalecer la cooperación con el gobierno paraguayo. “Vinimos a Paraguay a visitar nuestra embajada y conocer en qué podemos ayudar al gobierno del presidente Lugo”, afirmó, evidenciando una vez más los estrechos vínculos del obispo con el imperialismo norteamericano, que sufragó a la mayoría de los movimientos que impulsaron su candidatura estableciendo ONGs como mampara y receptores de dólares de USAID, el Fondo Nacional para la democracia y otras fundaciones.

También reconoció que hablaron sobre la situación de crisis que se vive entre la oposición y el gobierno de Bolivia, y la manera en que seguirán los términos de relacionamiento en general entre la embajada paraguaya y la norteamericana.

Preguntado si la situación de Bolivia podría repetirse en Paraguay, McMuller señaló que personalmente no tiene la percepción de que haya una posibilidad de violencia y de problemas de ese tipo en Paraguay., seguro de la enorme influencia norteamericana sobre los medios de comunicación de Paraguay y en los dólares imperialistas que distribuye por intermedio de USAID, como los que regularmente suele recibir el vice-canciller Lara Castro a través de una ONG utilizada como mampara, Alter Vida.

Recordó que la relación entre Paraguay y Estados Unidos fue siempre muy estrecha, desde tiempos en que proveía experimentados torturadores y adiestradores de asesinos, en los años de la guerra fría.

“Nosotros hemos tenido una relación muy estrecha con Paraguay por muchos años y estamos dispuestos a trabajar con el gobierno del presidente (Fernando) Lugo porque estamos de acuerdo con su agenda”, indicó al respecto.
Estados Unidos mantiene una enorme influencia en Paraguay, desde que en 1939 impulsó el ascenso al poder del dictador José Félix Estigarribia, quien encabezó un autogolpe, disolvió el parlamento, persiguió a la oposición y a los estudiantes e impuso por decreto una constitución Nazi Fascista. Previamente, como parte de sus tratos con Washington había entregado la zona petrolífera a la Standard Oil Company en las negociaciones de Paz de Buenos Aires, en 1938, luego de la guerra paraguayo-boliviana en la que la Shell y la Standard se disputaron el petróleo del subsuelo chaqueño.

Colombia, mampara del imperio para reprimir en Paraguay


El gobierno del obispo Fernando Lugo acaba de suscribir supuestos acuerdos en materia de seguridad con Colombia, un país altamente corrupto donde según la alta comisionada de la ONU Navanethem Pillay, al menos 13.634 personas perdieron la vida por inseguridad y violencia entre el año 2002 y el 2007, y que supera las 23.000 muertes, si se agregan los muertos en combate con insurgentes.

Obviamente, la decisión del clérigo-presidente no ha sido muy feliz a la hora de elegir sus aliados para combatir la inseguridad, por lo que los acuerdos han generado suspicacias y los desconfiados encontraron otras motivaciones que poco tienen que ver con la verdadera “seguridad”.


COMUNICADO MARXISTA

El marxista Partido de los Trabajadores de Paraguay (PT) señala en un comunicado que el tratado de cooperación en materia de seguridad entre Paraguay y Colombia, sólo indica que Fernando Lugo seguirá sometido a los designios imperiales de Washington y será un continuador de la política obsecuente y abyecta hacia el imperialismo de los gobiernos paraguayos anteriores.

Según la nucleación, el Presidente al firmar tratados con Colombia Fernando Lugo sólo consolida acuerdos con un Estado terrorista y criminal, que reprime las luchas populares, y ejerce la violencia contra grupos disidentes sin contemplaciones.

El PT señala que el nuevo gobierno de Paraguay “No solo retoma sino consolida y potencia un acuerdo con un Estado terrorista y criminal que a todas luces apunta a criminalizar y reprimir mejor las luchas y los luchadores sociales”.

El PT manifiesta que este acuerdo forma parte de instrumentalizar el “perverso Plan Colombia” de los EEUU que busca transformar al país en una fortaleza norteamericana dentro de América Latina, tal como lo hizo con Paraguay en tiempos de la dictadura neo-nazi de Alfredo Stroessner..
“Para imponer este plan, el imperialismo norteamericano se vale de su lacayo más servil, el gobierno de Alvaro Uribe” afirma también el documento.
Los trotskistas también denuncian que un acuerdo con el mandatario colombiano solo puede fortalecer el aparato represivo del Estado y profundizar así la política de criminalización de las luchas sociales.

TEÓLOGO DE LA LIBERACIÓN MARXISTA ALIADO A ALVARO URIBE

Luego de engañar a toda la izquierda latinoamericana con su supuesta filiación a la teología de la liberación, nuestro héroe el obispo de los pobres Fernando Lugo se declaró hace unos días aliado de Uribe.

"Con radicalidad, con serenidad, pero con firmeza hemos condenado todo tipo de violencia: pequeña, grande, ideológica, guerrillera, de ejércitos irregulares... ningún tipo de violencia cabe en nuestra mentalidad y no tendrá cabida en nuestro país mientras nosotros seamos Gobierno", dijo el supuesto teólogo de la liberación tercermundista Fernando Lugo abrazado al narco-presidente de Colombia Álvaro Uribe, este lunes 29 de setiembre de 2008 en Bogotá.

Se entiende de sus declaraciones una tácita condena a las FARC, a pesar de que la teología de la liberación es un movimiento que cobró auge a través de religiosos adscriptos al movimiento marxisto-guerrillero latinoamericano.

Antes de concluir su visita de 24 horas, Lugo ya había pasado del dicho al hecho en materia de cooperación y anunció que su ministro del Interior, Rafael Filizzona, se queda unos días en Colombia para que las autoridades paraguayas se capaciten en temas de seguridad y secuestro.

"Se queda el Ministro del Interior para contactar y concretar los aspectos de cooperación en la formación de Policía antisecuestro en Paraguay y para que la Policía de Paraguay pueda venir a hacer cursos aquí en Colombia (...) También está el ofrecimiento de que vayan profesores de la Policía Antisecuestro de Colombia a impartir clases y experiencias (en Paraguay)", comentó Lugo en la conferencia de prensa.

Precisamente el mismo secretario de estado hace poco había recibido la visita y las instrucciones de la representante del terrorista en jefe del mundo libre, George W. Bush, en su mismo despacho en el ministerio del Interior.

La embajadora de los Estados Unidos en Paraguay, Liliana Ayalde, lo visitó hace días y en la ocasión, la representante de George W. Bush enfatizó el interés de su país de “apoyar y acompañar los programas” de seguridad de Paraguay. La diplomática no descartó entonces una cooperación para el fortalecimiento de la Policía Nacional, que se realizaría en el marco del Programa Umbral. Ver:
http://www.abc.com.py/2008-09-05/articulos/447990/ee-uu-apoya-programa-de-seguridad-de-paraguay

La diplomática acotó que “básicamente estuvimos repasando lo que la cooperación del Gobierno de Estados Unidos ha venido trabajando y algunos temas posibles para el futuro”. Añade que hablaron de “algún posible apoyo a la Policía”.

El tipo de “apoyo” en la materia que ha brindado Estados Unidos en el pasado a Paraguay es bien conocido por quienes sufrieron cárcel, destierro y tormentos en los centros de detención que bajo la atenta mirada de la CIA norteamericana, mantuvo el dictador anticomunista Alfredo Stroessner entre 1954 y 1989.

ANTECEDENTES DEL TERROR NORTEAMERICANO EN PARAGUAY

Es común que ciertos periodistas, como el caso de Alcibíades González Delvalle entre otros, dediquen artículos y argumentaciones a intentar exculpar a Estados Unidos de la dictadura de Stroessner. Lo que la mayoría ignora, es cuántos dólares perciben, por el servicio desde la embajada norteamericana.

Dificultosamente pueda negarse, que una enorme fracción de las dictaduras que asolaron a la humanidad en todas las latitudes durante el siglo XX, fueron un subproducto de la política exterior de los Estados Unidos. Las que fueron sufridas por el pueblo paraguayo a partir de 1940, y en especial la del general Alfredo Stroessner, no fueron una excepción.
Stroessner dispuso desde un principio, con un selecto grupo de expertos en represión y torturas, proporcionados por el gobierno de Estados Unidos. La asistencia había sido pactada ya un año antes del golpe contra el presidente civil Federico Chávez, en el año 1953, cuando el futuro dictador se entrevistó en Estados Unidos, con los generales Emil Kiel y Robert Stevens, además de ser invitado a visitar la Zona del Canal de Panamá (Decreto 26/V/53 y Memorándum Confidencial, Washington, 6/V/53).

En el marco de la guerra fría, en el que se realiza una reunión entre Stroessner y Eisenhower, en Panamá (1956), se desenvuelven las relaciones de dependencia que asimilan en forma permanente a Paraguay, a las políticas de Washington. El imperio norteamericano en retribución, favoreció a Paraguay con préstamos de la AID y los servicios de experimentados torturadores, como el gobierno Robert K. Thierry, bajo cuyas directivas el gobierno pro-yanqui, empezó su cruzada apresando a los comunistas.

ESTADOS UNIDOS, REPONSABLE DE LA GESTACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE STROESSNER

En realidad, Stroessner hubiera durado muy poco si no hubiera sido por el eficiente apoyo norteamericano en materia de “seguridad” y represión, así como en materia de créditos como los de la “Alianza para el Progreso”, cuyo primer beneficiario fue justamente el dictador paraguayo.
El régimen nunca tuvo inhibiciones para ofrecer lo que sea al imperio a cambio de algunas monedas, ansiedad que era percibida y hecha notar por los diplomáticos norteamericanos en sus informes.
Durante la gira del subsecretario de estado Adjunto para Asuntos Interamericanos Roy Roubottom (quien estuvo en Asunción, entre el 10 y 12 de Agosto de 1957), el gobierno le entregó una lista de programas que deseaba desarrollar, con el pedido de dinero correspondiente: 10 millones de dólares para el programa de venta de excedentes agrícolas, para la construcción de un oleoducto en el Chaco y una refinería cerca de Asunción, 3 millones de la moneda norteamericana para asfaltar carreteras, 4 millones para la ruta transchaco, 5,1 millones para la compra de tractores y silos, un millón para montar una fábrica de cemento, entre otros ansiosos pedidos.

Gran parte de los pedidos fueron satisfechos, pero Stroessner siempre deseaba más. La embajada norteamericana informaba el 9 de septiembre de 1958, acerca de una conversación entre Sapena Pastor (canciller paraguayo) y el embajador norteamericano Walter Ploeser: “Paraguay está insatisfecho con el grado de ayuda recibido hasta ahora”, esclareciendo que el imperio haría una buena inversión colaborando con dinero de créditos, al fortalecimiento del gobierno de Stroessner, “aún si éste no lo devolviera”. Añadía que “el presidente desea que se repita lo que ha dicho muchas veces, que Paraguay va a dar a Estados Unidos todo lo que fuere, incluso bases para aviones”.
Ante el ofrecimiento de semejantes franquicias, el dinero no tardó en fluir con entusiasmo, del mismo modo que los “expertos en seguridad”, historia conocida que hoy buscan reeditar en Paraguay.
Con el respaldo financiero de fondo, la penetración de los organismos de seguridad en América Latina durante el siglo XX -del cual Paraguay fue un ejemplo paradigmático-, constituye, sin ninguna duda posible, uno de los episodios más siniestros y vergonzosos en la historia del imperialismo.