
(Autor: Tite Mora, de F17N)
Planteo tras el cual el diario Abc arremete contra el “monopolio” de la Ande, cabalgando sobre sus deficiencias y a propósito de sabotear la estrategia energética común en el Mercosur, valiéndose de plumíferos testaferros. En el suplemento “Económico” (20-07-08, págs. 4 y 5) publicó un artículo titulado “El desafío del sector ener-gético paraguayo”, trazando la línea maestra de los deseos privatista y en vista a la liberalización del mercado de la electricidad, a nuestro entender absolutamente inconveniente y desintegrador.
Parten del preconcepto descalificador del estado como administrador de las empresas públicas e igualmente me-nosprecian los acuerdos solidarios entre las naciones mercosureñas que comparten una estrategia común frente a la “crisis energética”, que a problematiza el presente de nuestros pueblos y pinta a recrudecer en el futuro inme-diato. Sobrestimando sin mayor recaudo histórico, las “bondades” del sistema de “libre intercambio” que ya hizo estragos en los países limítrofes y solamente favoreció al enriquecimiento de las transnacionales.
Consiguientemente, nos definimos por una Ande reestructurada y abastecedora exclusiva de la electricidad en nuestro medio y contra el propósito de querer sustituir el “monopolio natural” que posee el estado en el rubro. Oponiéndonos a la “libre empresa” que gratuitamente quiere acceder al mercado eléctrico local, “patrimonio intangible” nacional con potencialidad interna y zonal. Y respecto a los planes en el Mercosur, decidirse en pos a la integración energética con precios accesibles frente a la escasez del susodicho insumo y a favor de cupos vinculados con la complementariedad económica en la zona. Posición opuesta al “libre comercio” que localizará unidades extranjeras acaparadoras y encarecerá la venta a caballo de la creciente demanda en la zona.
Mercantilismo en vez de iniciativa integradora: El aludido escrito especula sobre “el atraso en la moderniza-ción del sector de energía eléctrica (SEE)”, a fin de concluir que el Paraguay “desaprovechó sus grandes venta-jas como mayor exportador de energía eléctrica” y “también perdió su posición estratégica como corredor energético de la región”. Aseveraciones inexactas, ya que la primera cita falsea y no lleva en cuenta que las falencias del SEE es consecuencia del largo estancamiento del país y no a la ausencia de liberalización del ramo; y, las dos últimas, distorsionan las pretensiones nacionales productivas y el valor de la energía ajena a las espe-culaciones y el lucro, sujeta a precio de costo (operativo y financiero) que deliberadamente omiten para acomo-dar las pretendidas ambiciones neoliberales.
Consiguientemente la anteojera privatista presenta una visión simplistas de la problemática nacional y sobre el camino de soluciones, no por equivocación, sino inducido por actitudes serviles al capital transnacional.
Soslayar la participación estatal en beneficio del predominio privado: La idea de terminar con el “monopo-lio” de Ande, asociada a la otra que pide el “libre intercambio regional de energía”, representan “dos caras de una misma moneda” en vista a privilegiar los grandes capitales extranjeros internamente y en la geoeconomía zonal. En ese contexto, sostienen, que las compañías particulares “ampliarían la matriz energética” en nuestro país y podrían dedicarse a la “exportación de energía al Brasil, Argentina y Uruguay” en donde “los grandes consumidores contratarán libremente su aprovisionamiento”. Evidente deseo de querer convertir la producción y mercadeo del insumo en un negocio financiero y altamente rentable, que pueda concentrar capital privado.
Por otra parte, que la participación privada “beneficiaría también a la Ande” por “sumar esfuerzo” en el plano comercial, no deja de significar una “expresión de mal gusto”, dado la insistencia del clientelismo y la obsoles-cencia general en el ente público poniéndole en desventaja para disputar el mercado. Se sabe que los consumi-dores son los perjudicados, pero el pretendido “modelo desregulado” que invocan como solución, determinará que la electricidad “pierda su carácter de servicio público” y hará del suministro una mercancía sujeta a la es-peculación, donde el “remedio resultará peor que la enfermedad”.
Buscan un escenario a la medida de los intereses corporativos: A ese efecto, dicen: “El Estado tendrá como área estratégica su participación en Itaipú y Yacyretá y ejercerá la rectoría sobre el SEE”, por supuesto, dócil a la hegemonía patronal en el rubro. De esa forma, según piensan, los proyectos serían “realizables enteramente por el sector privado” y sus aportes internos valorados, a la vez de “ubicar al Paraguay como un miembro de suma importancia en el mercado regional de energía”. A condición que se implante un “sistema de mercado abierto” en el país y en la región, desde todo punto de vista ventajista e insolidario.
Cuña confesa de “liberalismo económico” que pretende insertarse en el mercado local y mercosureño, en la me-dida de subordinar la gestión estatal a los despropósitos transnacionales, atentos a sacar partida de la moderniza-ción pendiente en el Paraguay y en el campo energético regional. Los ideólogos del capitalismo financiero, lla-man “destrucción creativa” al canibalismo que elimina rivales e impone lo suyo con el fin centralizar los benefi-cios, desatando un clima de falsa competencia donde abundan métodos desleales que contrastan con las prédicas teóricas. Tal cual refleja la égida neoliberal en la década de los ‘90, que desbastó las estructuras y recursos de los pueblos sometidos y que hasta perturban la recuperación.
Dar rienda suelta al “libre comercio” sería prestarse a promover cierta “economía de escala”, cuyo espacio privi-legiará a los empresarios aferrados al “mega-mercado” y a ciertas economías “emergentes”, siguiendo la curva trazada por la globalización que ahonda las asimetrías. Ni por asomo se planteará satisfacer los objetivos con-juntos frente a la “crisis energética y alimenticia”, que son iniciativas de contenido auto-abastecedor y comercio compensado entre las naciones asociadas.
Fortificar la Ande y la estrategia común en el Mercosur: Cabe mencionar, que dentro de sus imprecisiones atribuyen a “la falta de innovación” privada en el servicio eléctrico el “atraso” del país, arguyendo la supuesta “tradicional oposición a los procesos de privatización” como un prejuicio “de los países atrasados del Tercer Mundo”. Afirmación descalificadora que no se compadece de los sucesos destructivos ocasionados por el neoli-beralismo en las naciones satelizadas, inocultables en cualquier análisis serio, pero que el elenco servil de Abc lo hace irresponsable e inescrupulosamente.
Por lo que defendemos el patrimonio nacional en los servicios de bien público y reivindicamos el “monopolio natural” ejercitado por la Ande, convencidos de los procedimientos soberanos para reparar y reconvertir el ente, sin necesidad de liberalizar la generación y venta de electricidad en nuestro medio. Y en el orden regional, bre-gar que las binacionales respondan al plan energético común que catapulte la complementariedad económica y comercial, en cuya perspectiva habremos de procurar corregir los tratados binacionales y no con sentido mer-cantilistas resignados a la “exportación de energía” sin connotaciones productivas interrelacionadas.
Papel del capital privado y alcance de las rectificaciones en Itaipú y Yacyretá: A los emprendimientos pri-vados sean capitales locales, regionales e inversiones directas de extra-zona, le correspondería encargarse de la producción de bienes y servicios requeridos por la producción y los habitantes, puesto que contribuirían a col-mar la demanda y diversificar la oferta industrializada. En ese marco, las regulaciones y los convenios en el Mercosur se encargarían de orientar al empresariado y despejar el comercio de los “monopolios privados”, esti-mulando la pluralidad de inversiones y posibilitando ganancias satisfactorias para todos el sector. Dependiendo de la distribución y redistribución de la riqueza, en términos sustentables y equilibrados, lograr que el bienestar general coincida con la capitalización de la nación y la región. Sin descartarse la fabricación de stocks exceden-tarios y complementarios exportables hacia la globalización, de acuerdo al grado de productividad logrado.
Creemos acertado tratar de conseguir mejores regalías de las binacionales, no para enjugar el déficit fiscal, sino al efecto de implementar menesteres estructurales económicos y sociales. Desechándose las intenciones mercan-tilista subyacentes en la idea de “soberanía energética”, sustitutiva de los actuales planes “estratégicos comu-nes”, haciendo creer que el Paraguay podría encarar un destino independiente de crecimiento y desarrollo con solo “exportar electricidad” al área limítrofe. Visión opuesta a la política de precios previstos en la región, don-de se desquicia la implementación de valores internacionalizados fundamentalmente en la cotización energética y a la vez inviable, considerando que el grueso de la demanda se halla localizada en Brasil y Argentina, países interesados en proteger sus mercados de los abusos del “libre comercio”. Imitemos más bien a Bolivia, que ne-gocia en la región el uso de sus recursos naturales motorizando capitales y precios consensuados y también se adhiere a la complementariedad industrial de influjo transformador.