lunes, 19 de octubre de 2009

LA TRIPLE INFAMIA Y LA MONEDA COMO MEDIO DE EXPLOTACIÓN DEL PUEBLO




Por Arturo Rahi

¿Porqué el título de este trabajo? Es fácil comprenderlo leyendo las páginas que siguen.
Conviene recordar que antes de la llegada de los españoles, en el territorio que luego se convirtió en el Paraguay, no se conocía el interés y menos el dinero. Los nativos no compraban ni vendían los artículos que necesitaban, los cambiaban. Los nativos no apreciaban el valor material de las cosas mas allá de sus necesidades. Los metales eran iguales a las frutas o verduras. No había ricos ni pobres. La comunidad regía en todo su esplendor.
Pero apenas los españoles se establecieron en esta parte del continente, comenzaron a aplicar sus sistemas de valorizar las cosas de acuerdo a sus conveniencias personales, sin considerar el derecho ajeno a una vida igual como era la costumbre del nativo.
Siguieron aplicando el sistema del trueque, pero ya considerando el mayor o menor valor que se establecía conforme a la tenencia o existencia de las cosas intercambiables. Apareció el odioso sistema que recibía el nombre de “ley de oferta y la demanda”, que bien aplicada es lógica y encuentra una razonable explicación, pero que en la práctica es inducida y manipulada conforme a intereses personales.
Es fácil explicarlo: cuando un artículo existe en abundancia su precio disminuye, pero cuando el mismo artículo escasea su precio sube. Y ahí precisamente está el manipuleo. Crear la escasez por medio de la especulación y alzar así el precio es el sistema que utilizaban quienes tenían el poder económico para ello.
Y es lo que ocurrió con los españoles de la colonia. Como la moneda era un producto de la tierra (moneda de la tierra) sus productores creaban el valor de todo lo demás, ofertando o no su producto en el mercado. Varios fueron los productos que sirvieron de moneda, pero el que más tiempo duró fue la yerba mate. Así se elevaba el precio de todos los demás artículos para beneficio de muy pocos, precisamente los creadores de la moneda del momento.
Este sistema recién desapareció durante el gobierno de Don Carlos Antonio López en 1842, cuando éste creó la primera moneda paraguaya. El respaldo de esta moneda fueron los inmensos bienes patrimoniales del estado paraguayo. Valieron los montes, yerbales y grandes extensiones de tierra para dar valor a nuestra moneda, que tuvo plena vigencia hasta que la maldita Triple Infamia todo lo destruyó.
Y fueron los legionarios empotrados en el poder gracias al apoyo de los argentinos, quienes se encargaron una vez más de explotar al pueblo por medio de la moneda. A partir de Julio de 1871 la moneda paraguaya fue desmonetizada de la noche a la mañana. El día 1º de dicho mes los billetes paraguayos, por simple decreto, dejaron de tener valor y sus tenedores legales quedaron en la calle. Lo que es peor, las deudas contraídas en esos mismos billetes debían ser cancelados en oro o en propiedades. Fue un saqueo generalizado contra los miserables sobrevivientes del genocidio. Ahí empezó el acaparamiento masivo por unos cuantos extranjeros de toda la riqueza nacional.
Nació para desgracia del Paraguay al “Latifundio” que hasta hoy existe y es una de las causas del atraso de nuestra población campesina.
Como se puede leer en las páginas que siguen, a partir de entonces y hasta 1885 tenían valor las monedas extranjeras. Y en dicho año, se adoptó la moneda argentina como nacional y se ató al Paraguay a la economía de dicho país como un vulgar dependiente de las miserias de dicho país, con el agravante de nuestras galopantes emisiones para pagar los gastos de los sucesivos gobiernos de entonces.
Y para colmo de males vino la guerra del Chaco con una lógica inflación monetaria que convirtió a nuestra moneda en un vulgar papel sin valor y al uso generalizado del peso argentino.
Pero durante la guerra, según mostramos, se utilizó nuevamente a la moneda para explotar al pueblo y beneficiar a media docena de empresas extranjeras favorecidas por el régimen liberal. En vez de expropiar el 100% de las divisas de nuestras exportaciones, se hizo solamente por una parte muy pequeña, dejando todo el resto para las cuentas en bancos del exterior de nuestros explotadores.
Pero aquí surgió nuevamente el negocio. Esta divisa volvía al país a ofrecerse en la BOLSA NEGRA a precios muy superiores a los reales, y el mayor comprador era el ESTADO PARAGUAYO que los necesitaba para las adquisiciones de guerra y los pagaba con dinero recién emitido. Consecuencia, era la inflación que el pueblo debía pagarla, agregando así un nuevo sacrificio al de sangre que generosamente ya venía dando.
Las páginas siguientes aclaran y explican suficientemente este problema y creemos que será bien comprendido.
Arturo Rahi


EL TRUEQUE EN LA PRE-COLONIA Y EN EL PERIODO COLONIAL (I)
En nuestro libro “La moneda y los Bancos en el Paraguay”, Ediciones Comuneros del año 1997, hemos dado un buen detalle del desenvolvimiento de ese elemento tan importante en la economía durante el periodo llamado colonial, incluyendo el pre-colonial desde la llegada de los españoles según lo conocemos por los relatores que acompañaron a aquellos aventureros buscadores de fortuna y también por los magníficos relatos de investigadores que ha escrito ya en nuestra época, sobre el desarrollo del tema monetario en nuestra historia.
No buscaremos por consiguiente una nueva explicación ni tampoco tenemos una interpretación adicional sobre lo que dijimos; ahora nos abocaremos a recordar hasta donde nos sea posible la historia monetaria paraguaya conforme a las leyes y disposiciones paraguayas que trataron de crear o crearon un sistema monetario propio, independiente y manejado conforme a las costumbres y posibilidades que el país ofrecía.
De esta parte de nuestra historia ya hablamos también en nuestro libro arriba citado, pero esta vez lo enfocaremos en el aspecto monetario-histórico directo y único sin complementarlo con otros aspectos que si bien forman parte del sistema financiero, se relacionan con la moneda solamente en forma indirecta.
Durante todo el periodo llamado colonial, el comercio y todas las transacciones en general, se hicieron sobre la base del trueque. A la llegada de los españoles al lugar de principal asentamiento de los carios-guaraníes que estos denominaban con el nombre de “Paragua-y”, de inmediato se abocaron al negocio de cambiar chulerías por comida y el relator que los acompañaba, el alemán Ulrico Shmidl constató y dejó escrito en su libro “Derrotero y Viaje al Río de la Plata y Paraguay” que el sistema de trueque era usual entre los carios y las tribus de parajes vecinos: cambiaban productos de siembra como ser mandioca, maíz, porotos y otros contra carne de venado, peces y aves y algún otro animal silvestre que abundaba en toda la región que era naturalmente boscosa y los tenía en abundancia.
Como los españoles venidos y afincados en el Paraguay nunca pensaron ni pretendieron crear sistemas que organizaran y sistematizaran la vida económica en la ya llamada Provincia del Paraguay, implantaron desde el primer día de su llegada una esclavitud que aunque podía llamarse de otra manera, no era sino esclavitud; más fácil les fue utilizar la mano de obra esclavizada de los nativos para producir sus alimentos sin costo alguno y vivir holgando, creando inclusive sus familiars, que no eran tales, con mujeres nativas también forzadas que hacían todos los trabajos de la casa y eran tratadas como esclavas sexuales de estos señores. Nunca existió esa historia inventada de la unión de dos razas por amor que fue un agregado más de falsedad para tratar de explicar la actuación de los conquistadores.
El mismo sistema monetario que los conquistadores encontraron en 1537 al desembarcar en tierras paraguayas, prevaleció hasta el día de la independencia en 1811. Transcurrieron casi trescientos años sin cambio alguno. Era más fácil continuar con el trueque como sistema monetario y posiblemente mucho más conveniente para los propietarios de las tierras en donde se producían los “productos monedas” porque entonces estos eran quienes fijaban los precios y naturalmente los demás debían aceptarlos ya que no tenían alternativas.
En 1811 circulaban algunas monedas extranjeras de oro y plata pero en escasísima cantidad y su valor era establecido conforme a su peso en metal. Quienes mencionan este hecho en sus libros recuerdan que quienes adquirían estas monedas en propiedad ya no las hacían circular y las atesoraban por ser ellas de un valor especial en la colonia por su escasez. De ahí que apenas producida la independencia, la Junta Superior Gubernativa, el primer gobierno paraguayo de la era independiente, el 7 de julio de 1812 ordenó a todas las autoridades del pais, especialmente a las aduaneras, el control cuidadoso de quienes salían del país de manera a evitar la huida de valores sustanciales, léase oro y plata, en cualquier forma. Solamente se permitiría la exportación de estos metales para la compra de armas que el nuevo país necesitaba urgentemente para su defensa del peligro “bandeirante” al norte y “porteño” al sur, que se negaban a reconocer nuestro derecho de ser libres e independientes.
Como lo dijimos en nuestro libro ya mencionado, en 1814 el doctor Francia había decidido que “la extracción del metal precioso tampoco es necesario para mantener el comercio exterior, supuesto que los frutos y producciones exportables de los pueblos unidos de la república, superan siempre a las importaciones que demandan sus consumos. Por consecuencia la extracción del numerario es precisamente inútil, desventajosa y perjudicial, porque no exigiendo la balanza de comercio vendría a debilitar al estado disminuyendo sus recursos”. Convencido de estos fundamentos decía el doctor Francia, “se prohíbe nuevamente en todo el territorio de la república la exportación de todo metal precioso, entendiéndose por tal el oro y la plata, sean sellados, labrados en pasta, con pena de confiscación con otro tanto del importe, o cantidad que se haya dispuesto extraer”.
Durante muchos años, la “historia falsificada” que nos fue impuesta luego de 1870, decía que el gobierno de Francia mató al comercio y que no permitió el intercambio. Cuando los investigadores empezaron a aparecer, se ha podido demostrar que tales afirmaciones eeran totalmente falsas. Quien en los últimos tiempos dedicó años de su vida a investigar el período francista –y que fue solo uno de ellos- publicando luego su libro “La Primera Revolución Popular en América” fue el norteamericano Richard Alan White. Este historiador puso ante los lectores e interesados en aquel periodo, una información hasta entonces desconocida sobre el comercio exterior paraguayo que nos muestra cómo la afirmación antes mencionada por el mismo Dr. Francia, de que las exportaciones superaban ampliamente a las importaciones era una verdad que nadia podrá negar salvo aquellos que escribieron su historia de nuestro país amparados solamente en el odio y el rencor.
Nunca durante su gobierno, cambió el Dr. Francia su política sobre el manejo de los metales preciosos, es que éstos para aquella época eran la base de la riqueza de las naciones. El gobernante cambió, eso sí, el precio de los productos paraguayos de exportación, de manera a exigir mas o menos de productos importados. Es evidente que la mayor o menor oferta local de estos productos tenía su influencia. Pero en lo que el doctor Francia nunca transigió, fue en exigir en oro o plata el exceso de lo exportado sobre lo importado. Había trueque hasta la equivalencia de precios pero lo demás se cobraba en metálico.
A la muerte del Dr. Francia, ocurrida el 20 de septiembre de 1.840, y luego de los problemas surgidos para la formación del nuevo gobierno estable, asumió don Carlos Antonio López en 1841 como Cónsul junto a Mariano Roque Alonso y luego a partir del Congreso reunido el 13 de marzo de 1844 asumió como primer Presidente de la República.
Durante los primeros años del gobierno de Don Carlos Antonio López se continuó con la política del trueque como forma de pago, solamente que ya estaba mejor reglamentado este sistema.
El mismo gobierno establecía que la moneda era la “yerba mate”, u otro producto de la tierra en su caso, pero con un precio fijo que impedía o trataba de impedir la especulación, lo que comprendemos que fácilmente podía existir sacando productos de circulación y creando una escasez artificial. Inclusive los impurestos podían ser pagados con productos de la tierra tal lo permitiría la legislación en vigencia.
Pero muy bien sabemos que Don Carlos Antonio López era un gobernante muy progresista que miraba al futuro, pensaba en el progreso de su pais y realizaba obras hasta entonces impensadas por la población que muy poco podía aportar por falta de una educación superior. Don Carlos carecía de consejeros y dependía enteramente de su propio criterio y conocimiento para gobernar.
Posteriormente, Francisco Solano López, quien tuvo oportunidad de adquirir una cultura general refinada y viajó a Europa, aportó a Don Carlos las ideas que se convirtieron en el Ferrocarril, el Telégrafo Nacional, las Fundiciones de Ybycuí, los arsenales y los astilleros que convirtieron al Paraguay en la nación más progresista de Indoamérica. Junto a esto viajaron a Europa y por cuenta del estado, sesenta estudiantes para aprender ciencias y al país llegaron contratados médicos, ingenieros, técnicos para comenzar el despegue. Pero esto vino después. Volvamos al comienzo de su gobierno.
A la muerte del Dr. Francia la Tesorería de la República con una reserva metálica que para aquel entonces era muy importante. Todo este dinero fue producto de los superavits de nuestras exportaciones y de los sueldos no cobrados por el Dr. Francia que fueron años acumulados.
Don Carlos, hombre de ideas modernas pensó de inmediato en convertir este metálico en monedas, pero previamente había que preparar la ley que creara la primera moneda paraguaya y la población abandonara la vieja costumbre del trueque e hiciera así desaparecer las variadas monedas extranjeras que circulaban con un valor muy variado y que en cada caso se les atribuía conforme a su peso en metálico.
LA PRIMERA MONEDA PARAGUAYA
Juan Bautista RIvarola Paoli en su libro “Historia Monetaria del Paraguay” transcribe el mensaje que Don Carlos Antonio López remitiera al Congreso Nacional el 24 de Noviembre de 1842 que dice:
“Con motivo de haberse sentido en la campaña escasez de moneda menuda para las transacciones más usuales, pensó el gobierno amonedar alguna plata labrada que existe en la Tesorería o en su defecto, ver medios de acuñar treinta mil pesos en cobre, según la mejor regulación tipo y fracción de esta moneda”.
Ya el 27 de noviembre de 1842 el congreso respondió favorablemente al pedido:
“Queda autorizado el Supremo Gobierno para mandar acuñar moneda de plata con el escudo y armas nacionales de la república, observando el monetario antiguo como más usual y conocido. También para mandar amonedar cobre en cantidad de veinte y cinco mil y treinta mil pesos con el mismo escudo y armas, pudiendo contratar este segundo ramo, dentro o fuera de la república, bajo las bases más convenientes que estimare el Supremo Gobierno”.
No se tiene conocimiento de que alguna vez se hayan mandado acuñar las citadas monedas de plata. Pero sí se acuñaron las monedas de cobre que son bien conocidas hasta hoy día y se las adquiere a buen precio para completar colecciones.
Tanto Juan B. Rivarola Paoli como Carlos Pusineri Scala explican detalladamente los procesos seguidos y los nombres de quienes intervinieron en los trámites previos a la acuñación, que fueron bastante enredados a causa de malas interpretaciones de los agentes encargados de los trabajos a realizarse visto la confusión habida con una orden similar del gobierno de Buenos Aires. De todos modos se sabe positivamente que la acuñación de la primera moneda paraguaya fue realizada en la ciudad de Birmingham, Inglaterra.
Rivarola Paoli recuerda que la base jurídica de la moneda así creada se encontraba en el título III, artículo 72 de la constitución de 1844. Vale la pena recordar que dicha disposición surge del título que establece: “De las atribuciones del Congreso Nacional” que en su artículo 7º dice: “Fijar la ley, valor, peso y tipo de la moneda”. En pocas palabras la Constitución de 1844 establecía como una de las obligaciones del Congreso, la de legislar en materia monetaria. De ahí que tal como lo hemos mencionado, el Congreso reunido en fecha 27 de Noviembre de 1842 resolvió autorizar el gobierno y a pedido de éste la acuñación de las monedas.
Sin embargo hay que recalcar que la autorización del Congreso es anterior a la aprobación de la Constitución Nacional: la primera fecha o sea la aprobación del Congreso ya lo dijimos es del 27 de Noviembre de 1842 y la segunda fecha, la de la aprobación de la Constitución, es del 14 de marzo de 1844.
De eso se desprende que la afirmación de Rivarola Paoli se refiere no a la fecha de la autorización, que evidentemente no la tenía, por lo menos desde un punto de vista constitucional, sino a la fecha del decreto que autoriza la acuñación.
Don Carlos Antonio López por decreto de fecha 1º de marzo de 1847, que reproducimos de Rivarola Paoli, cumplió la autorización del Congreso ordenando la acuñación:
“El presidente de la república”
“Siendo notable la falta de moneda menuda para cambios y operaciones diarias, pues que las más pequeñas que existen son de medio real plata y estas en cantidad corta relativamente a la necesidad que de ellas hay, el superior gobierno nacional, para obviar los inconvenientes que provienen de esta falta determinó que se acuñase la cantidad de treinta mil pesos en cobre con el jeroglífico de una palma y oliva en la orla, en el centro, el símbolo de la libertad con un león en la base de un lado y del otro el valor de doce décimos en número y en la república del Paraguay”.
“La emisión de la expresada cantidad debía ser hecha en valor de doce monedas de cobre por un real plata, pero atendiendo que el respectivo peso de la que se halla acuñada es algún tanto menor de lo que debía ser para establecer la relación del mínimo precio de cobre en el mercado de esta república y demás estados, y queriendo evitar una emisión que tuviera el carácter de empréstito forzado que los cofres públicos no demandan, y que pudiera convidar a la falsificación, introduciéndose en la circulación moneda falsa, ha por bien decretar lo siguiente:”
Artículo 1º
“El Tesoro público Nacional emitirá para que entre en circulación la moneda de cobre que se halla acuñada en la referida cantidad de treinta mil pesos, pero reducida solamente al valor de quince mil pesos”.
Art. 2º:
“Consiguientemente, doce monedas representan el valor de medio real plata”.
Art. 3º
“El curso de dicha moneda es legítimo y obligatorio, pero nadie será obligado a recibir en cambio o pagamento más que el valor de su peso en cobre”.
Publíquese en la forma de estilo y dese el repertorio nacional. Dado en la Asunción, a primero de marzo de mil ochocientos cuarenta y siete.
Carlos Antonio López, Andrés Gill, secretario del Supremo Gobierno.”
Como podemos ver, el decreto firmado por Don Carlos Antonio López ordenando la acuñación lleva fecha 1º de marzo de 1847. Las gestiones ante el Congreso se iniciaron en 1842 y las monedas llevan marcado el año de acuñación como 1845. Difícil de entender pero es evidente que los troqueles metálicos que se utilizaron para la acuñación llevaban esta última fecha y ya no fueron modificados.
La primera partida de estas monedas cuya acuñación se ordenó según el decreto de 1847 fue de 2.880.000 unidades y fueron hechos en la ciudad de Birmingham, Inglaterra. Las posteriores ya lo fueron en Asunción, ya que don Carlos Antonio López, gran gobernante y mejor administrador y patriota, habrá hecho sus cálculos y concluyó que al país le saldría más barato realizando el trabajo en Asunción. Para eso ordenò a sus representantes consulares en Buenos Aires entrar en contacto con los propietarios de La Prensa y tentar su compra, lo que efectivamente ocurrió. Pero lo más significativo es que el Paraguay pagó su precio con yerba mate, moneda de la tierra.
La acuñación continuó así en Asunción en donde se terminaron 287.664 monedas que sumadas a las 2.880.000 recibidas originalmente de Inglaterra totalizaron 3.167.664 monedas que equivalían al valor de $ 30.000 en plata en aquel momento.
Estas monedas fueron de circulación obligatoria en toda la república y siguieron teniendo aceptación hasta muchos años después de la absurda y despiadada desmonetización ordenada por el gobierno legionario en 1871, de lo que hablaremos más adelante. De cualquier manera quisiéramos recordar que alrededor de 1942/43, el pueblo campesino, lo observamos muchas veces en Villarrica, todavía llamaba a la moneda circulante como “Reales”, nombre de la moneda divisionaria de 1845 y no como “Pesos” que era el nombre que tenían. La moneda de 0,50 pesos era conocida como 5 reales, la del 1 peso como 10 reales y la de 2 pesos como 20 reales. Tal era la confianza que inspiraba todavía todo aquello que fue creación del gobierno de los López.
LOS PRIMEROS BILLETES PARAGUAYOS
Al momento en que Don Carlos Antonio López, buen conocedor de las necesidades de su país, reconoció que nuestro desenvolvimiento económico sufría de tropiezos y no podía activar su movimiento por falta de dinero o un medio de transacción adecuado, resolvió crear la primera moneda paraguaya. El Paraguay, en notable crecimiento y con una producción que no solo se diversificaba sino que aumentaba de día en día, debía contar con un medio moderno que sirviera como medio de pago y medida de valor de todos los productos y servicios. La solución la dio aquel gran gobernante, que todo lo debía crear y al que nada amedrentaba cuando de la grandeza del país se trataba. Don Carlos se hizo cargo de la Presidencia de un país en estado vegetativo pero vivo, dotado de una población trabajadora y amante de la paz y del progreso pero que hasta entonces carecía de la dirección adecuada que lo impulsara hacia su destino de grandeza. Aquel gran gobernante encontró todos los medios, humanos y materiales, para lograr crear lo necesario para impulsar ese progreso que se encontraba allí cerca pero era esquivo por carecer del motor impulsor adecuado.
Una de las tantas decisiones de Don Carlos Antonio López que llevaron al Paraguay a lograr su hasta entonces impensado y vertical despegue, fue la creación de su sistema monetario propio. Ya vimos los esfuerzos realizados y el éxito obtenido con la acuñación de su primera moneda de cobre. Ahora y luego de aquel primer éxito le llegaba el turno a los billetes de bancos o primer billete paraguayo emitido por la Tesorería Nacional, visto que en nuestro país, en aquel entonces no existían bancos de emisión ni de ninguna especie.
El día 1º de marzo de 1847, don Carlos Antonio López firmó el decreto que ordenaba la emisión de los primeros billetes paraguayos por un valor total de doscientos mil pesos en cinco diferentes denominaciones: un peso, tres pesos, cinco pesos, nueve pesos y veinte pesos respectivamente. El citado decreto dice:
“El Presidente de la República:
Queriendo dar mayor desenvolvimiento al medio circulante como conviene a las operaciones de la industria y comercio nacional, y ensayar la emisión en papel moneda convenientemente calculada, o sea, para la fundación de un banco, o sea , para efectos de crédito mediante las necesarias cautelas para que no se retire de la circulación metálica, ni se deprecie el curso legal de los billetes, decreta lo siguiente:
Artículo I
“El Tesoro Nacional emitirá hasta el valor de doscientos mil pesos”.
Artículo II
“Tales billetes serán divididos en cinco clases con numeración especial siendo de la 1ª clase de un peso; de la 2ª clase de tres pesos; los de 3ª clase de cinco pesos; los de 4ª de nueve pesos y los de 5ª de veinte pesos, de conformidad con el modelo que se acompaña”.
Artículo III
“En el Tesoro Público y en las demás reparticiones de la Hacienda Nacional, se recibirán los dichos billetes como moneda corriente, en pagamento de derechos y cualquier otras acciones del estado, previniéndose el abono de una mitad en metálico.
Considerando las teorías monetarias de nuestra época y la evolución que estas han venido teniendo hasta nuestros días, es interesante reproducir una parte del mensaje de Don Carlos Antonio López del año 1849 que hace a su pensamiento sobre la materia monetaria.
“El único pais de América antes española que hoy puede realizar la operación como corresponde, es la república del Paraguay, porque es el único que tiene capitales existentes, grandes y valiosas propiedades territoriales, garantías sólidas y seguras, y ninguna deuda interior ni exterior. Así es que en la República corren los billetes a la par del metálico. La ley de emisión de papel moneda y cobre es observada religiosamente”.
Desde luego que la opinión de Don Carlos Antonio López no se adecuaba a la teoría liberal de interpretar los valores de la economía, pero don Carlos no estaba muy equivocado cuando afirmaba que la moneda paraguaya tenìa como respaldo de su emisión a toda la riqueza nacional del Paraguay, territorial y de producción. El emitir para producir no es contraproducente. La riqueza producida permitirá así de inmediato retirar el exceso de la circulación monetaria sin afectar la comercialización de la producción ni el valor de la moneda. Solo los excesos son perjudiciales.
El Paraguay no tenía oro para respaldo monetario, pero tenía una inmensa riqueza en bosques y campos que hacían de respaldo de la emisión. La idea fue evidentemente de Don Carlos Antonio López, que aunque no tenìa títulos Académicos tenìa sin embargo un inmenso caudal de ideas que las ponía al servicio de la patria. No tenemos conocimiento que nunca ni antes ni después en ningún pais se utilizara como respaldo para la emisión de su moneda, la riqueza territorial de propiedad del estado. Y los resultados nadie los puede negar. La inflación monetaria, la tan temida depreciación no existió en el Paraguay. Es que los precios de la propiedad territorial se incrementaban antes que depreciarse.
Nos dice Rivarola Paoli, que urgó muy bien en los archivos nacionales, que por decreto del 29 de Octubre de 1853 el gobierno ordenó imprimir nuevos billetes de uno, dos y cuatro reales para renovar los mismos valores de estos billetes divisionarios que se encontraban en circulación pero se encontraban deteriorados por el uso. Por otro decreto del 20 de diciembre de 1853 se ordenó la impresión de otra partida de billetes de medio, uno y dos reales, por considerarse insuficientes los anteriores.
Emisiones posteriores fueron hechas, autorizadas por Decreto del gobierno Nacional de fechas 17 de marzo de 1859, del 21 de septiembre de 1861, del 14 de noviembre de 1861 y del 31 de marzo de 1862. Todos estos decretos fueron firmados por Don Carlos Antonio López.
Con posterioridad y hasta el final de la gran tragedia nacional de 1864/1870 otras emisiones evidentemente fueron hechas, ya que tenemos en nuestro poder billetes firmados en el ángulo superior derecho por el propio Presidente Francisco Solano López. Aparte de esto, según lo vamos a comentar más adelante, la bárbara ley de desmonetización de 1871 hace mención a los billetes emitidos hasta 1870 lo que nos da una idea de la existencia de otros decretos que ordenaban emisiones, lo que nos parece raro por lo que simultáneamente nos hacemos la pregunta de porqué estos decretos no están en el Archivo Nacional. La explicación probable la podemos encontrar en el hecho de que estos fueron destruidos, como también lo fueron muchos otros documentos de nuestra historia para escribir la historia falsificada que surgió de las carpas del invasor luego de la gran hecatombe.
LA DESMONETIZACIÓN DEL PAPEL MONEDA PARAGUAYO
La guerra contra la Triple Infamia no solo trajo la destrucción material del Paraguay y el genocidio del pueblo paraguayo, implantó para desgracia de las generaciones futuras al liberalismo económico en su forma más cruda y despiadada. La aplicación de los principios liberales concebidos para sociedades altamente evolucionadas, fueron aplicados a una nación en ruinas y sin base económica alguna, una nación con escasísima población, con una producción que apenas está naciendo, con un trabajo totalmente manual y no especializado, carente de los más elementales conocimientos destinados a producir y crear riquezas. Se aplicó sin piedad a una sociedad naciente y pobre, principios que apenas tenían aplicación a una sociedad como la inglesa con años de experiencia y bien constituída. ¿Cómo pudo ser posible todo esto?
La explicación es bien sencilla. No solamente la guerra contra el Paraguay fue obra del liberalismo que buscaba así sus ganancias a costa inclusive de la deshumanización de los pueblos, sino que el gobierno impuesto al Paraguay luego de la guerra fue de decisión e imposición del liberalismo.
¿Quiénes integraban ese gobierno? Eran todos unos jovenzuelos de no más de veinte años, todos ellos afiliados a la legión y como tal, en cualquier país del mundo, traidores a la patria. Todos estos señoritos vinieron al Paraguay vestidos con los uniformes argentinos y amparados por la bandera de dicho país. Todos estaban bien instruídos en las teorías liberales, que las tenían que aplicar aunque no las entendieran. Tenían que cumplir con las claras instrucciones del mitrismo de lograr la “deslopeización” del Paraguay y la aplicación de leyes similares o existentes en la república Argentina. Es decir borrar de los archivos nacionales las leyes vigentes sin excepción alguna y reemplazarlas por otras que no fueran sino fotocopias de las vigentes en la Argentina.
Los dos primeros tópicos que este gobierno de títeres llevó adelante fueron los relacionados a la constitución y la ley monetaria.
Se fotocopió la constitución argentina que al final no era sino otra fotocopia de la norteamericana y se la llamò “Constitución de 1870”. Al efecto se fraguó una constituyente que la integraron los legionarios y algunos pocos adherentes y que no fue una representación del pueblo paraguayo que todavía integraban las raleadas fuerzas del Mariscal López que defendían los últimos confines de la patria.
En segundo lugar decidieron ensañarse con la riqueza de los pocos sobrevivientes de la guerra. Los que no fueron asesinados, fueron robados en sus pocos bienes, cuando el 31 de julio de 1871 el régimen legionario, siguiendo con su absurda campaña de “deslopeizar” al Paraguay, dictó el decreto que de un plumazo desmonetizó la moneda paraguaya, con todas sus funestas consecuencias no solo para los tenedores de billetes, sino para todos aquellos que habían contraído compromisos sobre la base de dicha moneda y que ahora eran obligados a pagarlos con oro o con sus propiedades.
Por este decreto, obra de un odio irracional, que solo cabía en la mente de los legionarios, se empobreció aún más a la remanente población paraguaya y se benefició de una manera colosal a los acreedores, acaparadores y aventureros que llegaban a montones y se hacían ricos de la noche a la mañana a costas del pueblo paraguayo empobrecido y reducido a la última miseria. Por eso nunca nos cansaremos de decir que la “Triple infamia” convirtió a la nación más próspera de Indoamérica en un montón de mendigos sin patria y sin esperanzas.
Esta fue la escala de valores que se atribuyó a la moneda paraguaya y como veremos sigue al año de emisión:
Al 31 de diciembre de 1860…20%
Al 31 de diciembre de 1861…25%
Al 31 de diciembre de 1862…30%
Al 31 de diciembre de 1863…35%
Al 31 de diciembre de 1864…40%
Al 31 de diciembre de 1865…60%
Al 31 de diciembre de 1866…70%
Al 31 de diciembre de 1867…75%
Al 31 de diciembre de 1868…80%
Al 31 de diciembre de 1869…85%
Al 31 de diciembre de 1870…90%
A partir de esta fecha…100%
La interpretación del cuadro se refiere antes que al valor de la moneda a la relación de valor otorgado a los contratos. La desmonetización de la moneda fue total. Los billetes se convirtieron en papeles inservibles. Pero no fue así con los contratos anteriores cuyos valores fueron mantenidos “declarando exigibles en oro todas las obligaciones monetarias previas, sobre la base de una arbitraria escala móvil de equivalencias oro y papel.
Así los débitos originados en pesos antes del 31 de Diciembre de 1860 habían de ser cancelados en oro al cambio de 80 centavos por peso papel; débitos originados en años posteriores habían de ser pagados a cambios progresivamente más bajos, hasta la final y definitiva desmonetización de la moneda papel que se estableció que tuvo lugar el 1º de marzo de 1870”. Estas son palabras del Dr. Robert Triffin a quien lo recordaremos mucho, un poco más adelante cuando tratemos de las reformas de 1941/45.
Y sigue diciendo el Dr. Triffin: “Este procedimiento sui generis cargó el peso principal de la devaluación a los deudores antes que a las clases acreedoras y forzó una liquidación en gran escala de la propiedad raiz. Es presumible que muchos de esos inmuebles fueron adquiridos por extranjeros, quienes así iniciaron un proceso de penetración económica que habría de continuar en años futuros”.
Por su parte el economista español que trabajara muchos años en el Paraguay, Ramón Zubizarreta, “calificó a esta ley de inicua”.
El doctor Luís P. Frescura, conocido profesor nuestro de la Facultad de Ciencias Económicas opinó que “los deudores de obligaciones anteriores a la guerra, provenientes de préstamos hechos en moneda papel no pudieron liberarse con los billetes emitidos e impuestos por el estado, sino con la dación en pago para colmo de su desdicha, de los escasos bienes patrimoniales que lograron salvar del exterminio bélico” (1)
(1) Juan B. Rivarola Paoli, Historia Monetaria del Paraguay

El Dr. Luís De Gásperi, cuya versación jurídica era bien conocida opinó que “fácil es comprender las perturbaciones económicas producidas por la total desmonetización de aquel papel, en un principio emitido a la par del metálico. Los deudores de obligaciones anteriores a la guerra, provenientes de préstamos hechos en moneda papel no fueron admitidos a pagar sus deudas con los billetes que el mismo estado se había encargado de desmonetizar, sino con los pocos bienes de que disponían, resultado de aquí la más espantosa de las miserias y la multiplicación de los más repugnantes pleitos, todos ellos encaminados al despojo de aquellos desventurados deudores”(2).
De lo expresado por estos autores, podemos no deducir sino afirmar estas verdades:
1) Es muy cierto que la carga total de esta desmonetización cayó sobre los deudores, que es lo mismo que decir “el pueblo paraguayo que sobrevivió al genocidio pero que acompañó a Solano López hasta el final”.
2) Eliminó la propiedad rural y ciudadana para la inmensa mayoría de la población. El pueblo paraguayo fue despojado de sus bienes inmuebles y también muebles.


(2) Washington Ashwell, Historia Económica del Paraguay
3) No cabe duda alguna, que una parte considerable de la propiedad territorial paraguaya, cayó en manos de extranjeros, muchos de ellos vulgares aventureros que por pocas monedas se hicieron de grandes y valiosas propiedades. El resto del territorio nacional fue dilapidado un poco después por otras pocas monedas. Muchas de estas grandes propiedades, latifundios entonces creados, aún hoy frenan la expansión agrícola del país.
La pregunta final referente al tema. Al comienzo ya dijimos que la moneda paraguaya de 1847 nunca tuvo respaldo metálico, pero sí tuvo el respaldo de “grandes y valiosas propiedades territoriales, garantías sólidas y seguras”, según las propias palabras de Don Carlos Antonio López. ¿Porqué entonces ya que se atrevieron a hablar de inflación no se echó mano al respaldo de emisión? La propiedad territorial del Estado Paraguayo era inmensa y al final de la guerra continuaba intacta pero con un valor, estamos seguros de ello, inmensamente superior al de antes de la guerra. Allí estaba la garantía a la que se tuvo que echar la mano y no saquear al pueblo. Es muy sencillo entonces deducir la intencionalidad de la mala acción, ya que inmediatamente después de la desmonetización comenzó la liquidación de esa inmensa y rica propiedad territorial, que cayó en manos de unos pocos extranjeros que explotaron al país durante medio siglo y luego lo abandonaron dejando tras sí inmensos desiertos donde ellos encontraron frondosos bosques de todo tipo de maderas y yerba mate.
Como corolario a sus opiniones, Triffin nos confirmó algo que ya sabíamos: “La ley desmonetización dejó como circulante principal monedas de oro y plata acuñadas por países, especialmente aquellas invertidas en el país por los ejércitos de ocupación”.
Así terminó la independencia monetaria del Paraguay gracias al gobierno impuesto por la “triple infamia”. En el país circularon todo tipo de moneda cuyos valores se asignaban según su peso en metálico. De ahí que algunas colecciones privadas nos muestran a estas monedas cortadas en dos y en cuatro pedazos como una manera de darles el uso de monedas divisionarias.