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lunes, 1 de noviembre de 2010

SOSTENIDO NAUFRAGIO DE FERNANDO LUGO


Aunque no pueda afirmarse en forma contundente que la coherencia ha sido alguna vez moneda de curso legal en la política paraguaya, uno de los más desafortunados experimentos aliancistas que acaecieron en su historia política es la que intentó unir a febreristas y liberales, hoy en el mismo espacio dentro del gobierno del cura Fernando Lugo, a pesar de ser lo más parecido a intentar mezclar agua con aceite que uno pueda imaginar.
En el vano intento fracasaron en el pasado dirigencias de muchos mayores kilates que las que hoy padecen ambas agrupaciones, lo cual hace que los vaticinios para nuevos intentasen el presente no sean precisamente muy optimistas. Para hacerse una idea de la profundad de las raíces que en el pasado tienen las controversias líbero-febreristas, basta mencionar que hasta hoy se siguen recriminando recíprocamente por la muerte del Mayor Joel Estigarribia, en la oscura noche del 21 de Diciembre de 1938.
Durante la primavera democrática de 1946, la recepción a José P. Guggiari y demás exiliados fue un pre-anuncio de lo que vendría. Una jubilosa bienvenida a los líderes históricos del liberalismo el 14 de agosto terminó en una infernal balacera por el centro histórico de la ciudad, que no se veía desde que los febreristas corrieron a los liberales a tiros el 17 de febrero de 1936. Al día siguiente –el 15 de agosto de 1946- los comunicados del Partido Liberal y de la Concentración Revolucionaria Febrerista se acusaban mutuamente de ser culpables de los disturbios en la víspera, con una contundencia que no dejaba margen a las dudas.
Durante la guerra civil contra los colorados que siguió, las fisuras en el frente interno del ejército líbero-febrerista, políticamente incoherente y dividido organizativamente, por momentos hacían olvidar que la guerra se libraba contra los sectores reaccionarios y nazi-fascistas del Partido Colorado. En aquel tiempo, igual que hoy, los seguidores del Centauro de Ybycuí no sintieron muy comprometido su predominio político sobre las arcas del estado ante tan amorfa, inestable y antiestética alianza.
La guerra se definió cuando las discusiones entre estos demócratas volvieron a aflorar en las puertas de Asunción y, según muchos testimonios donde las recriminaciones mutuas se repiten, los altos jefes revolucionarios, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con sus aliados decidieron mandarse mudar. Así acabó, con hombres desbandados y milicias acéfalas, el primer intento de unir por la misma causa a Febreristas y Liberales en un verdadero adefesio político.
No hace falta agregar que hasta hoy estos “aliados” no se han puesto de acuerdo a la hora de repartir las culpas de lo que entonces sucedió, más de seis décadas después.
Otro de los grandes enigmas relacionado con aquellos años de pólvora es la razón para el festejo de los colorados en la fecha 13 de enero, dado que el mismo golpista de aquel día, el Coronel Enrique Jiménez, pronto siguió a los revolucionarios de Concepción al exilio. Entre sollozos, aseguran testigos, se pasó implorando perdón a liberales y febreristas durante esos interminables años de destierro.
En el Movimiento 14 de mayo, coalición armada líbero-febrerista contra Stroessner, una vez más la pelea se desató por los cargos a ocupar en el poder ejecutivo cuando todavía la guerrilla no había cruzado el río Paraná. Ante tanta falta de espíritu aliancista, algunos responsables de las finanzas del grupo optaron por desertar, y el dinero acumulado para fines bélicos se desparramó en noches de alegre jarana por París, Estocolmo y otras capitales europeas.
El Acuerdo Nacional fue otro intento por aglutinar febreristas y liberales en un mismo frente político del que solo queda el recuerdo. La rapidez con que cada cual siguió su propio camino en febrero de 1989 tras esa tentativa sólo podría compararse a la rapidez con que los impolutos contestatarios del MOPOCO se arrojaron a los brazos del narcotraficante en jefe de la Conexión Latina devenido en presidente del Paraguay, el general Andrés Rodríguez.
Otro tanto ha sucedido con la actual alianza gobernante en Paraguay, que ha dificultado y complicado tanto la gestión del cura Fernando Lugo que lo ha puesto en los umbrales de un juicio político.

JUICIO POLÍTICO EN PUERTA

Uno de los más graves errores de los partidarios del cura Fernando Lugo fue el de dispersar sus votos en infinitas listas de candidatos, las cuales no pudieron ubicar a casi ninguno de los candidatos de la izquierda en el Parlamento. La falta de cohesión jugó una mala pasada al luguismo, que hoy enfrenta serias amenazas de ser barrido del poder.
El Parlamento copado por la derecha, aprovechando la situación, amenaza de manera permanente con un juicio político y destitución al cura.
En ese contexto la Comisión de Asuntos Constitucionales recibió al ministro de Defensa, Cecilio Pérez, quien dijo que la decisión de remover a varios mandos del ejército fue tomada por el presidente, mediante una orden general firmada el día lunes 4 de octubre, fecha en que se encontraba internado en el sanatorio Sirio - Libanés de San Pablo, Brasil, según un reporte de prensa del Senado.
"Con esta declaración, quedó en entredicho lo afirmado por el mismo Lugo, quien tras retornar de Brasil indicó que había dado órdenes verbales para los cambios efectuados", añade el informe.
Asimismo, Pérez Bordón deslindó toda responsabilidad personal en los cambios producidos, aduciendo que el Ministerio a su cargo no se encuentra en la cadena de mando.
Tras escuchar los demás testimonios, el senador José Bóbeda, quien preside la comisión, precisó que el cambio de un comandante de las Fuerzas Armadas debe hacerse por decreto, con la presencia de una autoridad superior y que en el caso de las órdenes verbales, éstas deben ser transcriptas de inmediato para su cumplimiento.
"Personalmente creo que el cambio se hizo sin haberse firmado. Es lo que vamos a discutir en plenaria de la Comisión", señaló.
El parlamentario sostuvo igualmente que, con el proceso verificado, se lesionó la Constitución Nacional, que en su Artículo 227, expresa que el vicepresidente de la República "en caso de impedimento o ausencia temporal del Presidente o vacancia definitiva de dicho cargo, lo sustituirá de inmediato, con todas sus atribuciones".

"La desprolijidad, la falta del ejercicio de la función correcta es lo que faltó y eso lastimosamente se paga. A mi consideración lesionar la Constitución Nacional es grave", afirmó.
"Esto ya ocurrió, pero no se puede seguir gobernando de esta forma. Se tiene que gobernar dentro de lo que dicen las leyes y la Constitución Nacional" afirmaron influyentes parlamentarios, inclusive oficialistas, luego de analizar los cambios en las fuerzas armadas que fueron realizados por el entorno del cura Fernando Lugo en su ausencia, a través de una circular sin firma.
Varios legisladores coincidieron en que el caso amerita un juicio político.
"Nosotros estamos obligados a exigir el cumplimiento fiel de la Constitución Nacional y creemos que a luces acá se violó la Constitución" afirmó por su parte el diputado Salyn Buzarquis.
En su exposición ante el pleno de semanas atrás, el vicepresidente Franco hizo un repaso de los preceptos constitucionales que le dan plenas facultades en caso de ausencia del presidente de la República. También trajo a la vista el acta de traspaso de mando donde el mismo presidente de la República Fernando Lugo delega sus funciones al vicepresidente. Ratificó que se violó la Constitución cuando los militares hicieron cambios en las Fuerzas Armadas sin informarle y poniendo en las órdenes generales el nombre del presidente Lugo, estando este fuera del país y cesante en sus funciones de Jefe de Estado.
Los más prestigiosos constitucionalistas coincidieron en que se trató de una flagrante violación de la Constitución Nacional por parte de Fernando Lugo y su entorno, que parecerían tener sus días contados. O son expulsados por vía del impeachment, o por una renuncia por enfermedad.

CANDIDATO DEL EMPRESARIATO Y DE USAID

Para completar la serie de desaciertos, luego de un tortuoso proceso de dilucidar candidaturas que muchos denunciaron como montaje, el oficialismo luguista optó por apoyar la candidatura de Miguel Carrizosa, candidato del empresariato y de USAID, a la intendencia de Asunción.
El problema con la candidatura es que el intendentable pertenece al partido que más denuncias presentó contra Camilo Soares, uno de los niños mimados del cura presidente. Hoy Soares y los suyos amenazan con no respaldar la candidatura oficialista, si antes no se retiran las acusaciones en su contra.
“Nosotros no pedimos que la gente de Patria Querida se vuelva oficialista o deje de criticar al Gobierno. Lo que pedimos es que muestren un gesto de amistad y que dejen de criminalizar a algunos dirigentes”, explicó Camilo su solicitud de impunidad.
Fernando Lugo, quien ganó las elecciones de abril del 2008 en Paraguay con fuerte respaldo de la embajada norteamericana, los medios subsidiados por NED, USAID y afiliados a la SIP, además de los peces gordos del “empresariato” enriquecido con la dictadura anticomunista, hoy más que nunca debería recordar la frase del fabulista latino Fedro, cuando decía que nunca es segura la alianza con un poderoso.